APARICIONES DE PRADO NUEVO DEL ESCORIAL





MENSAJE DEL DÍA 4 DE ENERO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



A las 5,40 de la mañana del día 4 de enero de 1986, Luz Amparo, avisada por la Santísima Virgen, baja a Prado Nuevo acompañada por su yerno Vicente de Pablo, Miguel Martínez con su esposa Julia Sotillo y Honorino Sánchez con su esposa Josefina del Río. Rezan una parte de Rosario dirigido por Julia y comienzan una segunda parte dirigida por Josefina. En el tercer misterio Amparo entra en éxtasis alrededor de las siete horas y recibe y transmite el siguiente mensaje recogido en la cinta magnetofónica por Julia.



EL SEÑOR:

"Hoy vengo lleno de majestad, pero lleno de tristeza, porque los hombres no escuchan los avisos de mi Madre. El mundo, hija mía, está lleno de ingratitud y de malicia. Los hombres viven, hija mía, aferrados al pecado. Mi Padre está indignado, hija mía, y nada ni nadie va a poder sostener su ira.

Un espantoso castigo va a caer sobre el mundo, hija mía. En los hogares no se habla casi de Dios. En los colegios tampoco, hija mía. La juventud está enferma con una enfermedad mortal que sólo Yo podría curar, hija mía. En las iglesias estoy casi solo. Los hombres rechazan mis gracias; cierran sus oídos a la oración y al sacrificio. Me abandonan todos, hija mía; todos o casi todos.

¿No os da pena de Mí, hijos míos; no os da pena que Yo todavía sigo abriendo mi Corazón para todos los seres humanos? Mi Corazón está triste, hija mía, con una tristeza muy grande. (Amparo llora al oír estar palabras.)

¿No os da pena del Prisionero, que estoy prisionero de amor por vosotros, hijos míos... 2 Tened compasión del Prisionero rendido a vuestro amor. (Amparo solloza en expresión de sufrimiento.) Estoy cerrado aquí por vosotros; para daros alimento de vida eterna. Hijos míos, ¡amadme!

¿Dónde están esas almas, ese gran grupo que había antes, hijos míos, grandes grupos que amaban a mi Corazón? Pero ahora, cuando presento al Padre esas almas, me responde: «No me sirven; no me sirven. Me han abandonado aquellos que estaban entregados en la oración y en el sacrificio.»

Se han abandonado, hijos míos, no encuentro almas capaces de reparar los pecados de la humanidad. Aquellos que se llaman cristianos rechazan la cruz; se acobardan para hablar del Evangelio, hijos míos. Meditad mi Pasión para que veáis que Yo di mi vida para salvaros, hijos míos, para salvaros y daros vida eterna.

Quisiera hacer comprender a los humanos lo indignado que está Dios Padre con ellos, hijos míos, con vosotros, porque ya no es capaz de detener su brazo. Ni la vista de mi Cruz, ni el espectáculo de mis sufrimientos son capaces de sostener

su ira, hijos mios.

Os pido mucho amor. También os pido que pidáis por aquellos que se

llaman hijos míos y me ofenden constantemente cometiendo grandes sacrilegios, al recibirme en sus cuerpos. (Se oye decir: ¡ay! a Amparo.)

Amadme, hijos míos, que yo también os sigo amando. ¡Qué pocas almas hay, hijos míos, capaces de entregarse víctimas, víctimas de holocausto, hijos míos, para la salvación del mundo!

Y a ti, hija mía, te pido humildad, mucha humildad, porque la humildad va acompañada de todas las virtudes, hijos míos. Sed humildes. Amad a vuestro prójimo. Sed mansos (Amparo vuelve a decir ¡ay!) y sed pobres de espíritu, porque poseeréis la tierra, hijos míos. Hija mía, mi Corazón está triste, muy triste, porque los que sí eran míos me han abandonado; y aquellas almas consagradas, lozanas y frescas también están marchitas, hijos mios. ¡Qué pocos hay que amen de verdad a Cristo! Porque antes, cuando el ser humano me ofendía, me refugiaba en mis almas consagradas. Pero ahora, ¿dónde busco refugio, hijos míos? ¡Qué pocos son los que me dan consuelo! (Amparo sin

llora.)

Vas a beber una gota, hija mía, del cáliz del dolor (se oye

con qué esfuerzo traga Amparo; tose y se atraganta). Cada día queda menos, hija mía; y aviso, aviso a los humanos; pero cierran sus oídos a mi llamada. Di que la divina majestad de Dios está muy ofendida, hija mía, gravemente ofendida. Que ya traspasan los pecados de los hombres la bóveda del cielo, hija mía. Por eso os pido a este pequeñito grupo: Estad unidos. Uníos, hijos míos, en el amor, en la caridad y en la fe. También en la esperanza, hijos míos; y ayudad a esas almas que son débiles, hijos míos, aunque hay muchas almas cobardes, y a Mí no me gustan los cobardes. Me gustan los fuertes que sean capaces de dejar todo por Mí. Que no sirvan a dos señores: al mundo, al dinero y a la carne. Y a Dios, ¿dónde lo dejáis, hijos míos?

Tenéis que ser muy puros, puros, muy puros, porque la pureza también es una gran virtud. Mortificad vuestra carne, hijos míos, vuestros sentidos; hasta que no mortifiquéis vuestros sentidos, no llegaréis a Mí, hijos míos. Cuesta mucho, pero a Mí me gusta lo que cuesta.

Sed amables, hijos míos, amables y cariñosos con los demas. ¿No os da pena cuando esas personas, hijos también de Dios, se ven ofendidos por vosotros, hijos míos? Tened mucho cuidado; vosotros tenéis que ser modelos, modelos de perfección. Con vuestro carácter, hijos míos, tenéis que llevar alegría, alegría y simpatía para los demás. Lo que se lleva dentro del corazón se refleja en la cara, hijos míos; por eso tenéis que reflejar en vuestro rostro que estáis llenos de Dios. Dad ejemplo, hijos mios.

Y tú, hija mía, sé humilde, muy humilde. Y da ejemplo de humildad.



LA VIRGEN:

Hija mía, no podía faltar vuestra Madre; vuestra Madre aunque viene transida de dolor porque los hombres no paran de cometer crímenes atroces. No respetan la vida del ser humano; se entregan en el placer, en los vicios; y matan, matan sin respetar los Diez Mandamientos.

Consolad a mi Hijo, hijos míos. Mi Hijo está triste, triste y solo, hijos míos, porque ve que el mundo se mete en el precipicio y cada día está más cerca de la condenación eterna, hijos míos. ¡AMO TANTO A LAS ALMAS, HIJOS MIOS...! Pero ya no puedo, no puedo sostener más el brazo; es pesado, hijos míos. El brazo de mi Hijo va a descargar sobre la humanidad la cólera de Dios.

AMAD MUCHO A VUESTRA MADRE. Venid, hijos míos, que Yo os llevaré a mi Hijo, y mi Hijo os presentará al Padre.

Hijos míos, avisad a esas almas que acuden a ese lugar. ESTAN OFENDIENDO GRAVEMENTE. Juegan con el Padre Eterno, hija mía; JUEGAN. ¡Pobres almas! Avisad que no acudan a ese lugar. Aquí no hay interferencia diabólica, hijos míos. Repetidlo: AQUELLO ES FALSO, hijos míos. Poned el mensaje que todos lo escuchen. ALLI NO ESTA DIOS. Allí está Satán engañando, hija mía, a todas las almas. Me estoy manifestando en muchos lugares; PERO EN ESE LUGAR NO ESTOY, hija mía. En muchos lugares del mundo; pero cuidado, hijos míos, cuidado. Aún estáis a tiempo; salid de ahí; SOIS ENGAÑADOS. ¡Qué pena! ¿Cómo habrá almas capaces de jugar con nuestros nombres, hija mía?

Mi Corazón también está triste porque veo cómo reaccionan los humanos hacia donde no tienen que ir. Son soberbios, hija mía, POR ESO NO QUIEREN ESCUCHAR MIS PALABRAS. Quitaos vuestro «YO», hijos míos, humillaos y venid a Mí.

(Habla Amparo entre sollozos):

No hacen caso. No hacen caso... ¡Ayyy! ¡Ay!

Cuántas veces voy a repetir que están jugando con nuestros Nombres? Rezad por ellos, hijos míos, son engañados, rezad por ellos. Son vuestros hermanos y la oración lo puede todo, hijos míos.

Vas a besar el suelo, hija mía, por esas pobres almas que son engañadas. (Muchos de los presentes besan el suelo.) Son engañadas, hija mía; pero aman mucho a mi Corazón. Pedid por ellas, para que reviva la luz que Yo les mando. Que vean dónde está la verdad, hijos míos.

Y vosotros, hijos míos, sed fuertes y publicad el Evangelio por todos los rincones de la Tierra, por todos, hijos míos; no seáis cobardes. O SOIS DE DIOS, O SOIS DEL MUNDO. Y pensad que se os dará según vuestras obras, que se os dará ciento por uno.

Voy a dar una bendición especial, hija mía. Esta bendición va a coger a todo el ser humano. Pero antes voy a bendecir todos los objetos, hijos míos. Levantad todos los objetos. (Pausa.) Voy a bendecir a todo el género humano. (El señor que dirige el santo Rosario dice estas palabras):

(Ahora, durante unos instantes, Amparo tarda en seguir hablando porque da una vuelta sobre sí misma durante el éxtasis; por esto hay un momento en el que esto permanece cortado. Dentro de unos segundos se renovará el mensaje.)

dice, por medio del Hijo y del Espíritu Santo.

míos, adiós."

(Transcrito de la cinta que, grabada en el éxtasis de la mañana, fue transmitida terminado el Rosario multitudinario en el Prado a las 17 horas.)





MENSAJE DEL DÍA 1 DE FEBRERO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



Aunque el adverso clima ha impedido la venida de muchos peregrinos, todavía se han reunido algunos millares que han rezado con edificante devoción el santo Rosario. A continuación se ha transmitido el siguiente mensaje.



LA VIRGEN:

"Hija mía, hace mucho tiempo que mi Corazón sufre por el ser humano porque veo, hija mía, lo que Dios tiene preparado sobre la humanidad. Oro día y noche para evitar que seáis castigados, hijos míos. Pero ya no puedo más. Se hace duro este brazo pesado de mi Hijo, hija mía. Yo quiero evitar la cólera de Dios. Pero Dios -está escrito-, Dios es Juez y Creador del mundo. Yo oro constantemente día y noche; oro a mi Hijo, hijos míos, para que os perdone; pero sólo vuestra oración, vuestro sacrificio y vuestra penitencia podrá salvaros. Refugiaos en mi Inmaculado Corazón.

Amad a vuestro prójimo, hijos míos, y que vuestra oracion salga de lo más profundo de vuestro corazón. Amad mucho a mi Hijo, escuchadle, hijos míos. (Pausa con suspiros y llanto.)



EL SEÑOR:

Estoy muy indignado con los hombres. Quiero que vuelvan al buen camino; por eso estoy derramando gracias sobre ellos, ¡y me vuelven su espalda! ¡Qué desconsuelo siente mi Corazón cuando veo que aquellos que amo tanto me vuelven la espalda, hijos míos! «Venid a Mí», les grito. Venid a Mí todos aquellos que estáis cargados, que Yo os descargaré. Venid a Mí todos aquellos que tenéis hambre, que Yo os daré de comer. También grito: «Venid a Mí todos aquellos que estáis sedientos, que Yo os daré de beber. Venid a Mí todos los que estáis tristes, que Yo os consolaré.» Pero cerráis los oídos, hijos míos, a estas llamadas. Mi Corazón esta desconsolado.

Soy el padre, hijos míos, del Hijo Pródigo, que tengo preparado un banquete para todos aquellos que queráis venir a Mí. Pero ¿qué hacéis, hijos míos? Cuando os llamo, rechazáis mi llamada. Sí, abrís los oídos a Satán, hijos míos, porque él os pone el manjar, el placer; pero ¿sabéis para qué, hijos míos? Para que caigáis en esa trampa maldita y sellar vuestras frentes y vuestras manos y hacerse dueño absoluto de vosotros.

El mundo está corrompido, hijos míos. Los hombres no piensan nada más que en el gozo y en el placer. La carne, hijos míos, es la que lleva muchas almas al infierno. Los pecados de la carne... Pero no escuchan mi llamada cuando grito: «Venid a Mí.» (Se oye llorar a Amparo.)

Han transformado la tierra, hijos míos. La habéis transformado en escenario de crimen, de envidia y de placer. Hay muy pocos hogares virtuosos, hijos míos. A los hijos se les educa en el escándalo y en la desunión, en el adulterio y en toda clase de vicios, hijos míos. Por eso pido oración, porque en las familias la oración está muerta. (Gime y llora.)

¿Sabéis lo que hace un Rey poderoso y creador? Valerse de dolores y calamidades para poder salvar a las almas; cuando con un solo dedo, como he dicho otras veces, podría hacer arder al mundo entero, me valgo de las almas para purificar a la humanidad, hijos míos, y mando a esta humanidad dolor, calamidad, catástrofes, terremotos, para purificarla, hijos mios.

¡Cuántas veces te he dicho, hija mía, que donde hay dolor no existe el pecado! ¿Sabes por qué? Porque el ser humano se ocupa de su dolor, no se ocupa del mundo. Pero Yo estoy allí. Donde hay dolor, estoy, hijos míos.

Sólo la oración puede llegar a Mí, hijos míos. Vuestra oración y vuestro sacrificio. (Parece decir: YAKOMO, YAKUAKUA GUIKOLA.) Mira si está próximo, hija mia.

Será terrible la calamidad que caiga sobre la tierra. Jamás se ha visto ningún castigo semejante a éste. (Amparo llora amargamente.)

Cuando esto suceda, hija mía, habrá grandes monstruos gobernando y no respetarán los sacros Alimentos de las iglesias. (Amparo llora nuevamente.)

Porque los dictadores del mundo serán verdaderos demonios encarnados y destruirán todas las cosas santas. Martirizarán a mis almas consagradas. Aquellos pocos que queden santos, serán martirizados por las manos de un verdugo, hija mia.

¿Y mi Vicario? Mi Vicario será atormentado (llora Amparo desconsoladamente y repite entre sollozos):

¡Pobrecito..., pobrecito...!

Haced mucha oración y mucho sacrificio, hijos míos. Comunicaos con Dios constantemente. Todavía es la Hora de la Misericordia. Pero, dentro de poco, será la Hora de la Justicia.

Besa el suelo, hija mía, por mis almas consagradas. (Amparo se arrodilla, y también los presentes, y besa el suelo.) ¡Pobres almas, las ama tanto mi Corazón!

Voy a dar una bendición especial sobre estos objetos. Levantad todos los objetos. (Pausa.) Todos han sido bendecidos.

Amad mucho a mi Madre, hijos míos. Sufre mucho por la humanidad.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo. ¡Adiós!





MENSAJE DEL DÍA 1 DE MARZO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



Alrededor de las seis de la mañana, Luz Amparo baja al fresnedal de Prado Nuevo, avisada por la Stma. Virgen y acompañada de cinco personas. Se ponen a rezar el santo Rosario y, comenzando el cuarto misterio doloroso, Luz Amparo, que estaba sentada, ve venir a la Stma. Virgen, se levanta, da unos pasos hacia Ella y cae de rodillas. Totalmente inconsciente, emite el siguiente mensaje que es recogido en tres cassettes y luego transmitido a la gran multitud de peregrinos en el acto piadoso de las cinco de la tarde.



LA VIRGEN:

"Hija mía, bajo del cielo a la tierra para que aviséis por todos los lugares del mundo que quiero que se haga triunfar a mi Corazón Inmaculado. Moveos, hijos míos, trabajad, que estáis en unos momentos críticos. ID DE PUEBLO EN PUEBLO llevando a todos los hogares la devoción a mi Inmaculado Corazón.

Soy Madre, hijos míos, de todo el linaje humano; por eso mi Corazón sufre; porque veo lo que se avecina sobre la humanidad. (Pausa.)

Quiero, hijos míos, que reparéis por vuestros pecados y por los pecados de las almas que ultrajan y ofenden constantemente a Dios, mi Creador. No estéis en la oscuridad, hijos míos; moveos y extended la palabra de Dios por todos los rincones de la tierra. (Pausa.) Dios es gravemente ofendido, hijos míos. Hay que reparar esas ofensas.

TAMBIEN RUEGO A MIS ALMAS CONSAGRADAS QUE SEAN FUEGO QUE INFLAME LA TIERRA. NO SEAN TIBIOS, HIJOS MIOS. QUIERO FUEGO EN LAS ALMAS. (Pausa.) MIS ALMAS CONSAGRADAS QUE SE EMBRIAGUEN DE CRISTO; QUE CRISTO LAS AMA.

Sed firmes en vuestro ministerio, hijos míos. Aquellas almas consagradas que se desvían del camino del Evangelio, que vengan a mi Inmaculado Corazón, que Yo les daré gracias para ser fieles en su ministerio. (Pausa con suspiros.)

MI HIJO ME MANDA A MUCHOS PAISES DEL MUNDO PARA AVISAR QUE HAGAN ORACION Y PENITENCIA. Mi Hijo lo exige, hijos míos, la oración y la penitencia.

Es tanto el amor que siento por los hombres, que mi Corazón, hija mía, se derrite en ese fuego. Haced triunfar mi Corazón. Venid a Mí, hijos míos. Yo os llevaré a mi Hijo. Mi Hijo será la puerta del cielo; y Yo, hijos míos, cerraré la puerta del infierno para que no entréis en él. Pero es preciso la oración, hijos míos; rezad el santo Rosario con mucha devoción, hijos míos. El santo Rosario os salvará. (Pausa.)

Cuando llegue el momento que venga Cristo, hijos míos, Yo vendré con El, porque Dios Padre así lo ordena. Dios Padre ordenó que viniese la Luz al mundo engendrándose en mis entraiias; y Dios Padre ha ordenado que venga la segunda vez con mi Hijo a ayudarle a salvar el mundo.

Mi Corazón Inmaculado triunfará, hijos míos; por eso os pido extender la devoción a mi Inmaculado Corazón.

Penitencia os pido, hijos míos; no cerréis vuestros oídos a mis llamadas. ¡Mi Corazón ama tanto las almas...! Por eso da avisos constantemente.

El nombre de Dios, hijos míos, es ultrajado gravemente; y su cólera está a punto de caer. Los hombres no hacen caso a tantas calamidades como hay en la tierra. Todo lo ven natural. Mi Hijo está purificando la tierra. Satán quiere reinar en las almas, hijos míos; y está haciendo sus estragos en muchas naciones. La oración y la penitencia espantarán a Satán, hija mía. No os abandonéis en la oración. Amad mucho a mi Hijo y amad a vuestra Madre.

Quiero templos vivos para, cuando llegue el momento, ayudad... (Habla idioma desconocido.) Tú, hija mía, no te abandones. (Pausa.) Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados del mundo. (Pausa larga mientras Amparo y muchas otras personas besan el suelo.)

Refúgiate en mi Inmaculado Corazón. (Pausa.) El será tu consuelo, hija mía. Y vosotros, hijos míos, amad mucho a mi Corazón. Es preciso extender la devoción a este Inmaculado Corazón. (Pausa.) Vuelve a besar el suelo, hija mía, por mis almas consagradas; para que se embriaguen de Cristo. Quiero que sean la sal de la tierra para ayudar a las almas a salvarse. Hijos míos, pedid mucho por ellos. ¡Mi Corazón los ama tanto...! Pero muchos de ellos se han desviado de su camino, hija mía. Mi Hijo los ama tanto, que se entrega a ellos diariamente. Aunque sus manos estén manchadas, se deja que lo conduzcan donde quieran. Les pido a esas almas que sean fieles a su ministerio; que tengan compasión de mi Hijo. Sólo les pido amor. ¡Amor...! (Amparo solloza.) Besa el suelo, hija mía, por esas pobres almas. (Besa de nuevo el suelo y llora.)

Levantad todos los objetos, hijos míos. Todos serán bendecidos; y esta bendición servirá para todas las almas que pisen este lugar, hija mía. No tengas duda, que esta bendición sirve, como te dije. Para nosotros cuenta el presente, hijos míos. Mi bendición abarca todo el mundo. (Pausa.) Levantad todos los objetos. (Los presentes elevan en sus manos medallas, rosarios, estampas y otros objetos religiosos.) Todos los objetos han sido bendecidos. Os voy a pedir, hijos míos:

QUIERO QUE TODOS LLEVEIS MI ESCAPULARIO SOBRE VUESTRO CUELLO. EL VERDADERO ESCAPULARIO SERA HECHO DE LA MISMA TELA. (Pausa.) QUE ESTA TELA SEA LANA. MORTIFICAOS UN POCO SI OS MOLESTA, HIJOS MIOS.

Quiero que llevéis el Rosario constantemente con vosotros. (Pausa y suspiros.) Y vuelvo a repetir que muchos de los que acudan a este lugar, serán marcados con una cruz en la frente. Hay muchas marcas en las frentes, hijos míos; marcas de mis escogidos. Pero ¡cuidado con vuestras obras y con vuestra vida, hijos míos; que Satán está sellando en la frente y en las manos! Con la oración y con el sacrificio Satán no vendrá, hijos míos, a vuestras frentes.

Poneos a bien con Dios todos aquellos que todavía no lo hayáis hecho. Es muy importante que en estos momentos todos estéis preparados, hijos míos. Os repito que la muerte llega como el ladrón, sin avisar. Si estuviéseis preparados y supiéseis cuándo llega la muerte, sería espantoso antes que llegase este momento.

Mira, hija mía, cómo salen rayos de luz de mis manos sobre todos vosotros. Sobre todo este lugar salen gracias especiales. (Amparo dice al verlo):

¡Ay, qué rayos! ¡Ay, qué rayos en todo el cuerpo! ¡Ay, de las manos, de los ojos, de la cabeza, de los pies, del Corazón...! (Amparo llora de gozo.) ¡Ay, qué cosa más bonita! ¡Ay, qué luz...! ¡Ay, ay...! (La Stma. Virgen le dice):

Derramo esta luz sobre todos los corazones que quieran venir a Mí que soy Madre de amor, de gracias y de misericordia. (Pausa.) Sé muy humilde, hija mía. ¡Muy humilde! Te repito que la humildad es muy importante en las almas.

Os bendigo, Hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adiós, hijos míos. (La numerosa multitud aclama):

¡Adiós, Madre...!





MENSAJE DEL DÍA 5 DE ABRIL DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



A eso de las 6,20 de la madrugada, Luz-Amparo, prudentemente acompañada, en virtud del aviso recibido de la Santísima Virgen, baja de su casa al fresnedal de Prado Nuevo. Rezan los misterios gloriosos del santo Rosario y a continuacion comienzan los gozosos. Y es en el cuarto misterio gozoso cuando la Santísima Virgen hace su aparición vestida de blanco. Luz-Amparo entra en éxtasis y transmite el mensaje que recibe de la celestial Señora y que es tomada en cinta magnetofónica.

Pese a la lluvia torrencial que en Prado Nuevo - "Prado Santo", dicen muchos- caía durante el Rosario de la tarde, a las 17 horas, la concurrencia de peregrinos era extraordinariamente numerosa; se afirma que como nunca. A esta multitud que, con devota serenidad, bajo el chaparrón expresa su filial amor a la que es Madre de Dios y Madre nuestra, los altavoces transmiten el mensaje de la mañana cuyo texto se expone a continuación:

"Hija mía, aunque mi corazón sigue con mucho dolor, hoy no vengo vestida de dolor. Vengo vestida de blanco porque hay muchas almas que todos estos días, hija mía, se han ofrecido víctimas de holocausto por la salvación de los pecadores (Pausa); han correspondido mucho a la oración y al sacrificio. En agradecimiento a sus oraciones, hija mía, vengo vestida de blanco. (Pausa.)

La sociedad, hija mía, sigue, sigue ofendiendo gravemente a la divina Majestad de Dios. Y grandes calamidades van a seguir cayendo sobre la humanidad.

Cuidado, hijos míos, que los espíritus de las tinieblas rondan el mundo para apoderarse de las almas. Estos espíritus con su malicia se introducen dentro de aquellos corazones que todavía están calientes en la oración y en el sacrificio. Se introducen para hacerlos bloques de hielo y para que la oración la abandonen y sus almas queden tibias y aletargadas, hija mia.

No os abandonéis en la oración, hijos míos. El espíritu de Satán está entre la humanidad. Quiere hacerse dueño de esos corazones; hacerse dueño de los corazones, de las almas que están entregadas a Mí, hija mía. (Pausa.)

En el globo terrestre, hija mía, las malas lecturas abundarán; dirán terribles cosas y calumnias atroces contra las cosas santas; y aquellos que verdaderamente están entregados a Dios, al oír estas cosas, dudarán de su existencia. No hagáis caso, hijos míos, porque los poderosos quieren destruir las cosas santas y que reine en el mundo el ateísmo y el espiritismo poco a poco, hija mía. Y querrán hacer desaparecer toda palabra de Dios.

Cuidado, hijos míos, que Satán tiene mucha astucia. El rey de las tinieblas ha hecho un pacto con varias naciones; y estas naciones, hija mía, serán la ruina de la humanidad. Sólo con oración y con sacrificio se podrá evitar un gran castigo, hija mía. Satán enturbia las almas de los hogares. Los matrimonios, por cosas sin importancia, arman grandes guerras. Se apodera de sus almas con la pereza. Muchos, hija mía, serán sellados con el sello de Satán. Pero aquellas almas que vengan a Mí, Yo las llevaré a mi Hijo, y mi Hijo las llevará al Padre.

Mi Hijo no hace justicia sobre el globo terrestre si no es obligado por las almas. Primero derrama gracias, amor, misericordia. Y, si estas almas rechazan esas gracias y ese amor, mi Hijo, con la espada de la justicia, hará justicia sobre la tierra. (Pausa.)

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS, HIJOS MIOS. NO SEAIS MATERIALISTAS. NO SEAIS PEREZOSOS, HIJOS MIOS. NO OS ABANDONEIS EN LA ORACION.

Siguen las discordias entre los seres humanos. En los hogares, hijos míos, no hay amor entre vosotros.

AMAOS COMO CRISTO OS AMA, HIJOS MIOS. MIRAD SI OS AMA CRISTO, QUE TODAS ESTAS GRACIAS LAS DERRAMA SOBRE EL MUNDO. (Amparo llora.) ABARCAN A TODA LA HUMANIDAD. NO MIRA NI RAZA NI COLOR. TODOS SON HIJOS MIOS

Y SOBRE TODOS DERRAMA LAS GRACIAS.

También pedid mucho por los guías de la Iglesia, porque Satán introducirá en los seminarios y en los conventos a espíritus del mal encarnados, para destruir las órdenes religiosas. (Pausa.) Satán con su astucia, hija mía, quiere hacerse dueño. Pero venid a vuestra Madre, que vuestra Madre es el camino seguro para ir a Cristo.

NO OS DEJEIS SELLAR POR SATANAS. DEJAOS SELLAR POR EL ANGEL DEL BIEN CON LA SENAL DE LOS ESCOGIDOS, HIJOS MIOS. No os abandonéis en la oración. Si os abandonáis en la oración, vuestras almas quedarán tibias y aletargadas; y es un modo de Satán poderse aprovechar de ellas. (Pausa.) Pedid gracias, hijos míos, que, si vuestras oraciones salen de dentro de vuestro corazón, todo lo que pidáis se os concederá, hijos mios.

El anticristo, hija mía, se apoderará de Roma. Hay muchos secuaces del anticristo; y él quiere sentarse en la Sede. Pedid mucho por mi Hijo, mi Vicario. Es muy perseguido, hijos míos; y el anticristo está cerca para hacerle sufrir, hija mía. (Pausa.) Uníos a él en oración y ofreced vuestras oraciones por él. NUESTROS CORAZONES LE AMAN. (Pausa.)

Oración y sacrificio, hijos míos. Haced mucha oración para que vuestra Madre pueda venir vestida de blanco y se quite la ropa de dolor. (Pausa.) Muchos no rezáis el Rosario todos los días. OS HABEIS ABANDONADO, HIJOS MIOS. Os lo pido: ¡REZAD EL ROSARIO EN FAMILIA TODOS LOS DIAS! (Pausa.) Educad a vuestros hijos en un hogar cristiano. No debe de faltar la Palabra de vuestro Cristo ni de vuestra Madre María Santísima, Pura, Dolorosa, hijos míos. (Pausa.) ¡MI CORAZON OS AMA TANTO...!

Dios Padre ama tanto a la raza humana, que no ha querido extinguirla. Le da oportunidad, oportunidad para salvarse. (Pausa.)

Besa el suelo, hija mía, por los pobres pecadores. (Amparo se inclina y besa el suelo.)

Sé muy humilde, hija mía, muy humilde. A todos mis hijos, a todos les pido humildad.

Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con gracias especiales, hijos míos. (Pausa.) Todos han sido bendecidos.

Penitencia, hijos míos, penitencia y oración. Pedid por las almas consagradas, porque quiero pastores de almas; pastores santos, que ayuden a mi Iglesia a salvar almas.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adiós, hijos míos. ¡Adiós!

La multitud clama: «¡Adiós, Madre!»

La VOZ DE DIOS (Vox Dei) clama: «Os amonesté a tiempo repetidas veces y no me escuchasteis, os llamé y no me respondisteis» (Jeremías 7, 13.)

Ojalá escuchéis hoy su VOZ: «No endurezcáis el corazón» (Salmo 94, 7-8).





MENSAJE DEL DÍA 3 DE MAYO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



Alrededor de las ocho de la mañana del primer sábado, día 3 de mayo de 1986, Luz-Amparo Cuevas, terminando de rezar los quince misterios del santo Rosario en Prado Nuevo de El Escorial, ha recibido de la Santísima Virgen el siguiente mensaje:

"Hija mía, sigo haciendo llamadas de urgencia a la oración. También quiero que escuchéis mi voz y que dejéis a mi Hijo que viva en vosotros para que El os conduzca vuestra vida.

Gritad a los pueblos que Cristo tiende la mano a todo el ser humano para sacarlo de la ciénaga del pecado. (Pausa.) Es preciso la oración, hijos míos, para estar siempre con Nosotros. (Pausa.) Muchos de los que habéis llegado a este lugar estáis cambiando vuestras vidas por un camino recto y seguro para ir a Jesús. Seguid adelante, hijos míos; no os acobardéis, que, si antes habéis cerrado vuestros oídos a mis palabras, ahora estáis a tiempo. Estáis en el rebaño de mi Hijo. ¡No os salgáis de él! Ahí estáis seguros, hijos míos, porque Cristo es la Luz, y donde hay luz no existe la tiniebla.

Os pido, hijos míos, que obréis en la Palabra de Dios y que habléis en la Palabra de Dios a todos aquellos que estan fuera de mi rebaño, para que participen de estas gracias que día a día derrama mi Corazón. (Pausa.)

Orad, hijos míos, para fortificar vuestro espíritu. (Pausa.) Todo el que sigue el camino del Evangelio recibirá una gran recompensa. Yo estoy con vosotros y nunca abandono a aquellos que vienen a Mí. (Pausa.) Quiero, hijos míos, sacaros de la esclavitud del pecado. Vuestra vida depende de un hilo, hijos míos. Por eso os pido: Dejaos conducir por Cristo, que El es el camino seguro y recto. Y no escondáis la luz bajo el celemín; sacadla, que todos la vean; y hablad por todos los pueblos. Gritad que Cristo los ama, y Cristo los espera a todos.

Grandes calamidades, hija mía, van a caer sobre la humanidad, porque muchas almas cierran sus oídos a mi llamada. (Pausa.) Sigue hablando, hija mía, porque aquellos corazones endurecidos se están ablandando.

TU MISION EN LA TIERRA ES AYUDAR A LAS ALMAS, HIJA MIA.

Yo quiero, claro. ¡Ay! Quiero ayudarlas; pero si se dejan ayudar. Pero yo también quiero que me ayudes. ¡Ayyy....!

No puedo hacerte feliz, hija mía. Tu misión no es ser feliz en la tierra. Tu misión es sufrir para salvar a las almas. Pero te prometo que no te haré feliz aquí; pero te haré feliz toda una eternidad.

Bueno, pero es que cuesta. ¡Ay, lo que cuesta...!

NO SE HACE LO QUE YO HE PEDIDO, HIJA MIA. ¡ESPAÑA SERA CASTIGADA! HE PEDIDO QUE EN ESTE LUGAR SE CONSTRUYA UNA CAPILLA EN HONOR A MI NOMBRE Y QUE SE VENGA DE TODOS LOS LUGARES DEL MUNDO A MEDITAR LA PASION DE CRISTO QUE ESTA OLVIDADA, HIJA MIA.

Muchas almas consagradas se han desviado del camino de la oración y del sacrificio. No son pastores de almas; son destructores de almas.

Grita que NO ROBO ALMAS DE LA IGLESIA; QUE LLEVO ALMAS A LA IGLESIA. (Pausa.) QUE ME MANIFIESTO EN MUCHOS LUGARES PARA QUE LAS ALMAS VAYAN A LA IGLESIA A CUMPLIR CON LOS MANDAMIENTOS. Pero que ellos mismos quieren confundir mis palabras.

Grita a los sacerdotes que sean pastores de almas; que están tibios muchos de ellos y se abandonan en la oración y en el sacrificio. Que se ocupen de su ministerio. (Pausa.) Que los quiero pastores de mi Iglesia santos, para llamar a mi rebaño y conducirlo por el camino de la caridad, de la fe, de la pureza, de la humildad y de la esperanza. Que hablen de Cristo y que prediquen el Evangelio. Que hacen sufrir mucho a mi Corazón. Y ¡ay de aquellos que cierran sus oídos a mis llamadas, hijos míos!

Besa el suelo, hija mía. (Pausa.) Besando el suelo se salvarán muchas almas. Cuando alguien te grite que es de fanáticos, mi Hijo besaba el suelo diariamente. ¡Siendo el Hijo de Dios! No te avergüences de besar el suelo, hija mía, por la salvación de las almas.

Bebe unas gotas del cáliz del dolor. (Pausa. Tos. ¡Ay! Angustia de Amparo.) ¿Está amargo, hija mía? Mi Corazón siente esta amargura cuando mis almas consagradas no son fieles a mi Hijo, y mi Corazón ¡los sigue amando! Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados de las almas consagradas. (Amparo besa el suelo y mucha gente con ella.) Y ámalos mucho, hija mía. Sacrifícate por ellos.

Mis mensajes van a ser muy cortos de ahora en adelante. Os recordaré la oración y la penitencia. Pero estaré presente, hija mía, seguiré presente porque el mundo sigue obstinado en los placeres y en los pecados. Por eso, hijos míos, porque os amo, no puedo dejaros solos. Tengo que derramar gracias sobre vuestros corazones para alentaros y para fortificaros. (Pausa.)

Hablad mucho, hijos míos, que las almas vayan al templo de Cristo y que laven sus pecados en el sacramento de la Penitencia. Que el tiempo se acaba. Que quiero salvar a todas las almas. Y seguir adelante fuertes, hijos míos. Y pedid a vuestra Madre, que Ella no os abandonará.

YO SOY EL CAMINO PARA IR A MI HIJO, Y TODO EL QUE VENGA A MI, IRA A CRISTO.

Tú, hija mía, ya te he dicho que no te puedo dar la felicidad en este mundo; pero, si eres fiel, la felicidad será eterna; porque vas a sufrir mucho físicamente. PARA LAS ALMAS QUE MI HIJO ESCOGE VICTIMAS NO EXISTE LA FELICIDAD DEL MUNDO. ¡LA FELICIDAD ESTA EN NOSOTROS! Sigue amándonos y fortifícate en la oración y en el sacrificio, hija mía; y déjate conducir por mi Hijo, que mi Hijo es el Camino, la Verdad y la Vida; y todo el que crea en El vivirá eternamente.

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS. SED TODOS UNOS, hijos míos, que estoy muy orgullosa porque veo que vuestros corazones ya no son bloques de hielo. Tenéis fuego y se está derritiendo ese hielo en amor hacia Cristo, hijos míos.

SED FUERTES EN EL AMOR DE CRISTO; VALIENTES PARA NO NEGARLE. Y pedid mucho a el ángel de la Paz porque el mundo está en peligro y grandes calamidades, grandes catástrofes caerán sobre él.

Hace muchos años pedí por la conversión de Rusia. Pero NO SE HACE LO QUE YO PEDI. PIDO LA CONSAGRAClON A RUSIA PARTICULAR.

Y estad unidos al Papa, hijos míos, al Vicario de mi Iglesia, al representante de Cristo en la tierra. Sufre mucho, hijos míos, porque le rodean lobos revestidos con piel de cordero. Pedid mucho por él, hijos míos. ¡Mi Corazón le ama tanto...! (Pausa.) Sed muy humildes.

Y PROMETO QUE TODO EL QUE PISE ESTE LUGAR RECIBIRA GRACIAS ESPECIALES, PORQUE MIS ANGELES ESTAN CUSTODIANDO ESTE LUGAR. (Pausa.)

Levantad todos los objetos, hijos míos, todos van a ser bendecidos.

CONSERVAD VUESTRO CUERPO, HIJOS MIOS, COMO SAGRARIO LIMPIO PARA QUE MI HIJO PUEDA ESCONDERSE EN EL, HIJOS MIOS. SED MUY PUROS, MUY PUROS Y MUY HUMILDES.

AMAD MUCHO A LA IGLESIA Y AMAD A VUESTRA MADRE; QUE VUESTRA MADRE OS AMA CON TODO SU CORAZON. (Pausa.)

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adiós, hija mía.

Adiós, hijos míos. ¡Adióooos!

(La inmensa multitud aclama emocionada: «¡Adiós, Madre...!»)

Este mensaje, grabado por la mañana en cinta magnetofónica ha sido escuchado con emocionada atención, terminado el rezo del santo Rosario, por incontable gentío procedente de las más apartadas regiones de España y del extranjero. Llama gratamente la atención el canto del pajarito que nos transmnite la cinta magnetofónica al comienzo de este mensaje.





MENSAJE DEL DÍA 7 DE JUNIO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



Como en los meses anteriores, desde abril de 1985, Amparo, avisada por la Santísima Virgen, baja acompañada y protegida por personas allegadas, en la madrugada del día 7, primer sábado de junio de 1986, a la dehesa de Prado Nuevo en El Escorial. Aquí, durante el rezo del santo Rosario, Amparo entra en éxtasis Y recibe el siguiente mensaje, el cual, en el Rosario de las 18 horas, es transmitido por altavoces instalados en los árboles a la multitud de peregrinos españoles y extranjeros que lo han escuchado con fervorosa atención. Entre los cantos de las avecillas, habla la Santísima Virgen:



LA VIRGEN:

Mira, hija mía, qué gloria espera a todos aquellos que recen con devoción el santo Rosario. Son perlas preciosas, cada cuenta del Rosario; perlas preciosas para llevarlas a las moradas.

Mira el infierno que había preparado para muchas almas hija mía. (Amparo exclama con horror):

¡Ay! ¡Ayyy...! ¡Ayyy! ¡Ay!

Tú hubieras estado entre ellas. (Vuelve a lamentarse

Amparo):

¡Ayyyyy...!

Pero mi joya, que es el Rosario, librará a muchas almas de este gran peligro.

Mira, cada avemaría es una rosa que sale por la boca de cada ser humano y llega directamente al cielo. Procurad rezar el Rosario de rodillas con mucha devoción. Después de la Santa Misa, es la memoria de la Pasión, más grande. Se renueva la Pasión de Cristo en cada cuenta del Rosario.

Mira las luces que salen de esas cuentas del Rosario (pausa admirativa); y mira cómo vengo vestida de oro, de tantos tantos rosarios como me han rezado en este lugar.

Otras veces me has visto con ropa, casi como una mendiga, ¿sabes por qué? Porque las almas no rezan el Rosario con mucha devoción. Pero mira el valor que tiene rezándolo con devoción, pausadamente y bien meditado. (Amparo exclama admirada):

AMPARO:

¡Ay, qué grandeza! ¡Ay, qué grande...!

(La Santísima Virgen inculca):

No os acostéis ni un solo día sin rezar esta plegaria que tiene tanto valor. Cuando un alma está en gracia, hija mía, y reza el santo Rosario bien meditado, se le perdonan muchos pecados de su vida pasada, hijos míos. (Nuevamente Amparo expresa sorprendida admiración):

¡Ay, qué hermosa eres! ¡Ay, qué grande eres! ¡Ay, qué hermosura!

-Pedid mucho, que soy MADRE DE TODAS LAS GRACIAS. (Pausa.) Y sigo repitiendo: «TODO EL QUE VENGA A ESTE LUGAR, SERA BENDECIDO.» Y muchos hoy serán marcados con una gran cruz en la frente, que unos a otros la verán.

(Amparo expresa su admiración):

¡Ayyy...!

Pero no me defraudéis vosotros, hijos míos. No os acostéis sin renovar la Pasión de Cristo.

(Hace su presencia el Señor y Amparo muestra gozosa sorpresa):

¡Ayyy, ya llegó, ay...!

EL SEÑOR:

Os voy a dar un consejo a todos. Son palabras del Evangelio: AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS, COMO YO OS AME Y OS SIGO AMANDO. (Muestra el cáliz de la Pasión y Amparo se lo pide):

Dame un poquito. (Toma el cáliz, bebe, se atraganta y tose.)

Todavía sigue habiendo almas ofendiendo gravemente la divina Majestad de Dios. (Sigue Amparo atragantándose.) Os sigo repitiendo (ahogos y tos de Amparo por la amargura de la deglución): Con la medida que midiéreis, seréis medidos. No queráis para otros lo que no queráis para vosotros. No juzguéis, y no seréis juzgados. De la manera que juzguéis, seréis juzgados, hijos míos. No seáis hipócritas, que queráis quitar la mota en el ojo de tu hermano, teniendo una viga en el vuestro. Quitad vuestra viga y veréis con claridad.

Y después podéis quitar la paja en el ojo de vuestro hermano. (De nuevo se atraganta Amparo.) Dad y se os dará. (Sigue la tos y la angustia de Amparo.) Por media medida que deis, se os dará rebosando, hasta arriba. Es un consejo que os doy, hijos mios:

CUMPLID CON EL PRIMER MANDAMIENTO: AMAD A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS. DEJAD TODO POR EL, SI EL LO PIDE. Y AMAD A VUESTROS HERMANOS CON TODO VUESTRO CORAZON.

PERO NO LOS JUZGUEIS: ¿QUIEN SOIS VOSOTROS PARA JUZGAR? AMAOS CON TODO VUESTRO CORAZON. Pido que haya paz en los hogares. Es la hora de

la misericordia todavía.

También pido que todo el que quiera, vaya a los pueblos predicando el Evangelio. (Pausa larga.)



HABLA LA STMA. VIRGEN:

-Hija mía, sé humilde, muy humilde. Con la humildad, ¡podrás ayudar a tantas almas...! No te abandones en la oración. La oración fortalece, hija mía.

Voy a dar una bendición especial. Servirá para la conversión de las almas y para todos aquellos enfermos que padecen gravemente dolores y no saben ofrecerlo por la salvación de las almas. Esta bendición va acompañada de la de mi Hijo.

Levantad todos los objetos. Todos serán bendecidos.

AMAD MUCHO A VUESTRA MADRE, QUE VUESTRA MADRE OS AMA CON TODO SU CORAZON, y

extended la devoción al santo Rosario, hijos míos, en reparación de todos los pecados del mundo. Acercaos al Sacramento de la Eucaristía; pero antes, al de la Penitencia, hijos míos. (Pausa.)

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Hijos míos, penitencia y sacrificio pido.

¡Adióoos...!

Este mensaje está completo porque es transcripción de la cinta original grabada en la madrugada del 7 de junio de 1986. A otros mensaje transcritos de las cintas grabadas en la transmisión de la tarde del mismo día, les faltan algunas palabras del principio.

Precioso título se da la Santísima Virgen en este mensaje:

MADRE DE TODAS LAS GRACIAS.

«Hoy vengo vestida de oro», nos recuerda el Salmo 44, 10: «A tu diestra, la Reina con vestido dorado.»

Inculca nuestra Madre Dolorosa el rezo en este lugar. Y promete su bendición a todo el que rece en este lugar.

En la tarde del 14 de junio de 1981 se apareció por primera vez la Santísima Virgen sobre la copa de este fresno, y, desde entonces , ni un solo día ha faltado el rezo del santo Rosario en este lugar, al que con frecuencia acuden docenas de miles de peregrinos.





5 DE JULIO DE 1986

MENSAJE DEL PRIMER SÁBADO EN PRADO NUEVO (EL ESCORIAL)



Luz Amparo, avisada por la Santísima Virgen, acompañada y protegida por personas allegadas, muy de mañana ha bajado de su casa a Prado Nuevo y, rezados los misterios gloriosos propios del día y a continuación los dolorosos, ha entrado en éxtasis en el que, en primer lugar, se le ha mostrado el Señor ataviado con amplio manto encarnado y le ha comunicado el siguiente mensaje.

HABLA EL SEÑOR:

Ruego, hijos míos, perseveréis en mi amor, como Yo permanezco en el amor de mi Padre. (Pausa.) Estad unidos a Mí como Yo a El, para que la unión sea perfecta, hijos míos. Sin Mí no sois nada. Cumplid mi doctrina, hijos míos. No ocupéis los primeros puestos. Amad sin esperar ser amados.

Si sois capaces, hijos míos, de amar de verdad, y dar la vida por vuestros hermanos, vuestro Padre celestial os recompensará, hijos míos. No déis a cambio de que os devuelvan más. Los pecadores dan para que les recompensen dobles a medida. No estéis apegados a las cosas del mundo, hijos míos.

¿Cuántas veces os voy a repetir: QUIERO QUE SEAIS TODOS UNO? Hasta que no seáis todos unos, vuestro Padre celestial no os recompensará, hijos míos. AMAD SI QUEREIS, HIJOS MIOS, RECIBIR VUESTRA RECOMPENSA. (Pausa.)

También pido que AMEIS CON AMOR DE HIJOS A MI AMANTISIMA MADRE. Sufre por toda la humanidad. y la cólera de Dios va a caer de un momento a otro.

Os ocupáis, hijos míos, más de lo que tenéis que comer y vestir que de vuestro Creador. Cumplid mi doctrina, porque quiero APOSTOLES DE LOS ULTIMOS TIEMPOS. Pero para apóstoles de los últimos tiempos, tenéis que des- prenderos de las cosas materiales. No se puede servir a dos señores: a Dios y al mundo, el dinero y la carne. Si estáis entretenidos con uno, no podéis amar al otro.

PERFECCIONAD VUESTRAS VIDAS, HIJOS MIOS, SOLO PIDO AMOR, DESPRENDIMIENTO, CARIDAD.

(Ahora interviene la Stma. Virgen vestida de Dolorosa.)

HABLA LA STMA. VIRGEN: Hija mía, soy vuestra Madre. Madre de amor y misericordia. Pero Madre de dolor, porque sufro por todos mis hijos. YO RUEGO A MI HIJO QUE TENGA PIEDAD DE VOSOTROS. Quiero salvaros, hijos míos. Pero basta ya de sacrilegios, de desprecio hacia mi Hijo. Los humanos, hija mía, no sienten en su corazón la Pasión de mi Hijo. No aman (pausa y llanto de Amparo) a Dios, su Creador. (Sigue Amparo llorando.)

NO SOIS CAPACES, HIJOS MIOS, DE ENTREGAROS VICTIMAS DE HOLOCAUSTO POR LA SALVACION DE LAS ALMAS. MI HIJO DERRAMO HASTA LA ULTIMA GOTA DE SU SANGRE. (Prosigue el llanto. )

¡QUE POCO RESPETO HACIA LA EUCARISTIA, HIJOS MIOS! ¿Cuántas veces he dicho: "NO ME AGRADA, NI AGRADA A MI HIJO, QUE MANOS QUE NO ESTAN CONSAGRADAS TOQUEN SU CUERPO, HIJOS MIOS?» (Amparo no deja de llorar con sollozos entrecortados mientras habla la Virgen.) En el Evangelio de Cristo dice: «Todo humano de cielo y tierra, hasta los que están en la profundidad de los infiernos, doblegarán la rodilla ante el Rey; ante este Rey celestial. ¡Qué poco respeto, hijos míos, y qué poco amor a mi Hijo! Mi Hijo está indignado con el ser humano. (Pausa y llanto más penoso de Amparo.)

LUZ AMPARO: Yo quiero reparar, pero yo no puedo sola. ¡Ay, qué poco me siguen, ay, ay! ¿Qué queréis que haga? Yo no puedo ya más. ¡Ayyy...! Pero ayudadme, porque yo ya no puedo más. ¡Ayyy...!

(Entre los sollozos continuados de Amparo, habla la Santísima Virgen):

Sí, hija mía, unos son víctimas para que otros se salven, hija mía. El ser humano es cruel, hija mía. Pero hay muchas almas, hija mía, que acuden a este lugar, que te ayudan a sufrir en silencio. Estamos contigo, hija mía; no te abandonaremos aunque te encuentres en la soledad y, a veces, en la tristeza. Estamos contigo. Ofrécete más víctima; más, hija mía, y por mis almas consagradas. Por esos Pastores fríos, tibios, que han abandonado la oración.

LUZ AMPARO: Ayúdame. Ayúdame, Madre mía.

(Sigue Amparo sollozando y habla la Virgen:)

Hijos míos, buscad la humillación voluntaria. La soberbia no conduce al hombre a grandes fines, hija mía. SED HUMILDES, HIJOS MIOS, y AMAOS CON TODO VUESTRO CORAZON. Sólo pido un poquito de amor para mi Hijo. ¡Tened compasión de El! PIDO A LOS SERES HUMANOS AMOR A CRISTO. ¡Basta de sacrilegios y de profanaciones! No recibáis el Cuerpo de Cristo sin antes haber ido al Sacramento de la Penitencia. ¡Qué ofendido está mi Hijo, hijos míos! Necesitamos almas para reparar los pecados. ¡AMAOS, HIJOS MIOS, CON TODO VUESTRO CORAZON!

Tú, hija mía, sé muy humilde, muy humilde. Ya sé que tu corazón sufre. Pero es preciso sufrir, hija mía, por las almas.

HAN OLVIDADO LOS HUMANOS QUE EL CAMINO DEL DOLOR ES EL CAMINO DEL CIELO.

Besa el suelo, hija mía, por las almas consagradas. (Pausa larga mientras Amparo y muchas otras personas besan el suelo con un beso que se oye en la cinta.) Quiero Pastores de almas, hijos míos. Aquellas almas consagradas que os habéis desviado del Evangelio, volved al camino del Evangelio, hijos míos. ¡MI CORAZON OS AMA TANTO...! (Pausa. )

Y vosotros, hijos míos, también sois almas mías que os amo con todo mi Corazón.

AMAD A MI HIJO. ¡TENED COMPASION DE EL! (Se agudiza la pena de Amparo con sollozos y lamentos):

LUZ AMPARO: Y tened compasión. ¡Ay, ayyy! Tened compasión. ¡Ay, pobrecito, ay, ay, ayyy..., cómo sufre, ayyy...! Yo también les pido que tengan compasión. ¡Ay, ayyy!

LA VIRGEN: Olvidaos de los placeres, hijos míos, y llenaos de oración. No estéis tan materializados y amaos unos a otros. Sólo el amor es el que recibe la recompensa, hijos míos. Mi Hijo va a dar una bendición especial. Recibid todas estas gracias, hijos míos. Quiero templos vivos. Los templos muertos no sirven.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales. (Pausa larga.)

LUZ AMPARO: ¡Ay, Madre, yo te quiero mucho, aunque no te quieran los demás! ¡Ayyy! Yo te prometo hacer lo que, lo que me pedís. Pero ¡ayudadme!

(Sigue Amparo llorando. La Virgen se despide):

Adiós, hijos míos. ¡Adióoos!

(Se oye clamar: "¡Adiós, Madre!")

Se asegura que la concurrencia de personal ha sido muy numerosa y que, no obstante, tanto el rezo del santo rosario como la atención al mensaje se han realizado con gran silencio y edificante devoción.

Amparo ha contemplado al Señor en dolorosas escenas de su Pasión.

Esta transcripción está confrontada con la cinta original de la mañana.





MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DADO A TRAVES DE LA VIDENTE LUZ AMPARO CUEVAS EN UN PRADO DE EL ESCORIAL (MADRID) EL DÍA 2 DE AGOSTO DE 1.986.



Mi Corazón está triste, porque los hombres siguen en el mundo, llenos de pecado; y grandes desgracias, hija mia, van a caer sobre toda la humanidad. Aumentarán las catástrofes, hija mía: terremotos, trombas de agua, que casi cubrirán del cielo a la tierra; fuertes huracanes, que los hombres temblarán, pero no se arrepentirán muchos de ellos. Y lo que más aflige mi Corazón, hija mía, es el poco amor y el poco respeto de mis almas consagradas, de ese gran número, hacia mi Hijo y hacia la Eucaristía, hijos míos. La Eucaristía es sacrílegamente profanada por muchas manos. (Se oye llorar a Amparo). Este gran número, hija mía, de almas (Se vuelve a escuchar el llanto de Amparo) profanan diariamente la Eucaristía. Reparad, os digo a aquel pequeño número que todavía queda, un poquito de amor, dentro de vuestro corazón, hacia mi Hijo y hacia Mi, hijos míos. Reparad por estas pobres almas. Todos no son así, hijos míos, hay otro número, de almas consagradas, que aman a mi Hijo, y son fieles a su vocación, pero sufren mucho, hija mía, por estos otros, porque son calumniados y ultrajados. Pero que sean valientes, y que sean fieles hasta el final, que recibirán su gran recompensa (Pausa).

El dragón de las Siete Cabezas, hija mía, se está adueñando de la mayor parte del mundo, especialmente de mis almas consagradas, de muchos altos puestos de la Iglesia. Se introduce Satanás para arrebatarlos de nuestro Corazón, y ellos se dejan arrastrar. Triunfa en el mundo, hija mía, ¡Los siete Pecados Capitales! LOS HOMBRES SE DEJAN INDUCIR POR LAS FUERZAS DEL MAL. Pedid a mi Inmaculado Corazón, El reinará, hijos míos, y triunfará; aplastará la cabeza a ese dragón, cuando haya nuestro número de escogidos.

Rezad, hijos míos, rezad aquella oración que mi Hijo enseñó a sus apóstoles, que es la oractón tan sencilla del PADRENUESTRO. Es sencilla, para los sencillos. Pero no añadáis muchas palabras a vuestra oración. No hagáis lo que hacen los paganos, que ellos hablan y hablan sólo porque les gusta ser oídos, pero dentro de su corazón hay odio, y su corazón está empedernido por los rencores. Rezad con amor, hijos míos, porque esta oración lo dice todo en ella: existe el amor, la caridad, y la oración y la penitencia. Rezad muchas veces el Padrenuestro; pero no os pongáis a rezar para que regalen vuestros oídos, porque os guste ser escuchados.

No me gusta la oración mecánica, hijos míos. Vuestra caridad tiene que ser escondida. No hagáis la caridad al son de trompeta, hijos míos, porque os aseguro que todo aquel que haga su caridad al son de trompeta, ya ha recibido su premio, hijos míos. Pero todo el que la haga en silencio, el Padre celestial que está en los cielos les dará una gran recompensa.

Cuando ayunéis, hijos mios, no andéis cabizbajos y desfiguréis vuestro rostro para que la gente lo note. Sólo vuestro Padre que está escondido en lo más alto del cielo, será el que os tiene que ver. Lavad vuestro rostro, hijos míos, para que no os noten vuestro ayuno y perfumad vuestros cabellos. Pero no andéis cabizbajos ni angustiados como los farsantes para ser vistos y oídos. No tendrá valor ni vuestra oración ni vuestro sacrificio, hijos míos.

Meditad mucho la Pasión de Cristo, hijos míos, veréis qué gran valor tiene para las almas; y tú, hija mía, une tu sacrificio, tu sufrimiento, al de Cristo para que tenga más valor, para la salvación de las almas.

Os pido oración, hijos míos, oración meditada. La oración y la penitencia es lo que más valor tiene, hijos míos, pero que salga de lo profundo de vuestro corazón. No recéis como los fariseos, hijos míos, ni os guste ocupar los primeros puestos.

Amad con todo vuestro corazón. Hay que reparar, hijos míos, los pecados de los hombres. Os pido a aquellos que queráis seguir a Cristo, ORACIÓN. El mundo está necesitado de buena oración, hijos míos. Os repito, ORACIÓN.

Hoy vas a beber unas gotas, hija mía, del Cáliz del Dolor. Es preciso que te prepare mi Hijo con esta amargura, porque tienes que sufrir mucho. Te confortará aunque sientas amargura, hija mía; te dará fuerzas para el dolor. (Se oye el esfuerzo que le cuesta tragar y cómo se atraganta) Tienes que ayudar, hija mía, y es preciso recibir esta amargura, si no, no podrías soportar el sufrimiento ni el dolor; después serás reconfortada, hija mía; piensa que no puede haber felicidad aquí, y felicidad allí. Las almas que escoge mi Hijo, las fortifica con el Cáliz del Dolor, y las purifica con su Sangre, para que éstas unan su dolor al de Él.

El mundo sigue cada vez peor, hija mía. Sigo dando avisos, y ¡qué pocos cambian su vida!; no se desprenden de lo terreno, hija mía. Mi Hijo dice: "ENTREGAOS A DIOS, HIJOS MÍOS, Y NO OS PREOCUPÉIS DEL MAÑANA, REZAD Y ORAD, QUE LO DEMÁS, SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". Pero piensan más en la añadidura que en rezar y meditar, y en desprenderse, hija mía. Al hombre le cuesta mucho dejar lo terreno, y si no se desprende de aquí, no podrá llegar a conseguir el Cielo.

Amaos, hijos míos, y oración y penitencia pido a todos los seres humanos. OS LO PIDE VUESTRA MADRE, QUE OS AMA CON TODO SU CORAZÓN. Quiero salvaros, hijos míos, pero abrid vuestros oídos, porque mi Hijo me ha puesto para refugio de la humanidad. Refugiaos en mi Inmaculado Corazón, Él triunfará al final, hijos míos.

Pedid por la conversión de Rusia, hijos míos, y pedid también, por mi amado hijo, el Vicario de Cristo, mi Corazón ¡le ama tanto...!; y es despreciado por muchos altos cargos de la Iglesia, hijos míos. (Amparo gime y llora). Su corazón sufre mucho, hija mía, porque ve cómo están los Pastores, que gran número de Pastores de Almas se aletargan y se abandonan en la oración. Haz mucho sacrificio por ellos, hijos míos vosotros también.

Besa el suelo, hija mía, por mis almas consagradas. (Pausa) Para que sean leales y fieles Pastores, y prediquen el Evangelio. Hace mucha falta predicar el Evangelio por todo el mundo, hijos míos.

HUMILDAD OS PIDO, ORACIÓN Y PENITENCIA.

Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos, con una bendición especial para la conversión de las almas. (Pausa). Todos han sido bendecidos.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo, y con el Espíritu Santo.

Adiós, hijos míos, adiós.





MENSAJE DEL DÍA 15 DE AGOSTO DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



En la madrugada del 15 de agosto de 1986, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen, inesperadamente Luz Amparo, invitada por la celestial Señora, baja a Prado Nuevo acompañada de cinco personas allegadas. Durante la letanía del tercer Rosario, que es aplicado por el Papa, hace su aparición la Santísima Virgen ataviada de túnica blanca y manto azul claro. En la cintura lleva una banda con rosas de color azul y rosa. Las mismas rosas lleva en las bocamangas y en las sandalias. La cabellera le cae hasta media espalda. En la cabeza, a modo de diadema, lleva una cinta con rosas de los mismos colores, azul y rosa. Todas las mencionadas rosas despiden un hermoso resplandor.

(Habla la Santísima Virgen diciendo):

LA VIRGEN:

"Hija mía, quiero que participes hoy de alguna parte del tránsito de mi vida terrestre a la del cielo, hija mía. Primero mi alma y todo mi cuerpo.

Cuando Dios mi Creador mandó a un cortesano para comunicarme que iba a ser Madre del Verbo Humanado, mis entrañas se estremecieron de gozo en ese mismo instante.

Luego, hija mía, cuando nació el Verbo y lo tuve en mis brazos, también sentí un gran gozo: esta criatura no era digna de ser Madre de Dios mi Creador, pero mi Cuerpo se estremeció de una gran alegría. Pero luego, el dolor atravesó mi Corazón de parte a parte por una espada.

Cuando el Niño iba creciendo y acariciaba sus manitas, veía sus clavos en ellas y sus manos manchadas de sangre; esa víctima inocente... Cuando acariciaba sus cabellos rubios como el oro, hija mía, entre mis dedos tocaba las espinas que un día iban a punzar su cabeza. Esa cabecita tan pequeña sería bañada en sangre por los pecados de los hombres. Cuando lo veía que venía con sus bracitos abiertos a abrazar a su Madre, veía sobre ellos la Cruz que atravesaría sus manos de parte a parte. Cuando acariciaba sus pies, veía los clavos atravesados de un lado a otro.

Mi Corazón sufrió mucho tiempo, hija mía, porque vio desde Niño la amargura que iba a pasar mi Hijo. Luego, cuando iba creciendo, veía su rostro tan bello..., esa belleza no era de este mundo. Veía sus grandes ojos y ese rostro tan divino lleno de hermosura, cómo iba a quedar desfigurado por la maldad de los hombres, hija mía. Todo esto lo sufrió mi Corazón.

Luego, cuando mi Hijo iba creciendo, le acompañaba en sus predicaciones y mi Corazón rebosaba de gozo, hija mía. Pero esa espada seguía clavada dentro de mi Corazón. Y el dolor más grande fue cuando me quedé en este destierro tanto tiempo sola, en silencio, para reparar los pecados que los hombres cometerían a la Iglesia de mi Hijo; y quedé aquí para dar testimonio de esa Iglesia; porque mi hijo la hizo santa, pero los hombres la han "desantificado". ¡Con la santidad que tenía...!

Luego, cuando llegó mi hora, después de mucho tiempo de dolor y de silencio, recogimiento y de reparación de los pecados de las almas, sentí este gran gozo de ser mi alma transportada al cielo. Dios mi Creador me hizo ver este momento feliz que vas a ver, hija mía.

(Habla Amparo describiendo lo que ve):

AMPARO:

Veo a la Virgen orando en una cosa cuadrada de madera (tarima), de rodillas, está orando por los pecados de la humanidad. Dice que su hora se acerca, que sólo faltan tres días. Llama a los ángeles que la acompañan y les dice:

Id a Roma y avisad a Pedro. Que también venga Pablo y vengan todos los Apóstoles. Comunícales que su Madre y Reina va a dejar este mundo. Ha llegado la hora. (Pausa larga.) Dice:

Gracias, Dios, mi Creador, que me vas a hacer participar de tu gloria.

(Habla Amparo diciendo admirada):

¡Ay, cuántos llegan, ay!: Pedro, Pablo, Juan también, Santiago, ¿es él?, ése, ése. ¿Cuál es? Manuel, otro... ¡Ay, cuántos llegan! ¿Quién son todos esos? ¡Ah! Son discípulos. Los llama Pedro. ¿Qué va a hacer? Y les dice a todos ¡Huy, cuántos!:

Sentaos, hermanos míos; tengo que daros una dura noticia; muchos no lo sabéis. Me ha comunicado un cortesano (un ángel) que María, nuestra Madre nos va a dejar. Siento un gran dolor dentro de mi corazón. Siempre nos ha protegido y nos ha guiado. Ha sido nuestra Madre y nuestra Reina y nuestro refugio aquí, en la tierra. (Dice Amparo):

Está llorando; todos lloran... (Prosigue Pedro): No sé si podré seguir dándoos la noticia. Hermanos míos, la garganta se me hace... (Amparo compadecida y llorosa dice): ¡Ay, pobrecito, cómo llora! (Sigue hablando Pedro): ¡Ah! Se me despedaza el corazón. Se nos va, ¡ay! Pero tenemos que ser fuertes. ¡Ay! Tú, Juan, vete y dedica todo tu tiempo a estar con Ella y prepara todo para su tránsito. (Amparo llora compadecida y dice):

¡Cómo lloran, pobrecitos! ¡Ay! Miran al cielo y dicen: Dios celestial... (Amparo entre sollozos, dice): ¡Ay, los deja solos! ¡Ayyy! Pedro dice: Siempre estaremos con Ella. Esta amargura que siente nuestro corazón ¡Ay!, un día se convertirá en felicidad estando cerca de Ella. Tenéis que ser fuertes. Ya no tenemos una Madre que nos proteja y nos guíe y nos aconseje; pero hay que seguir; y todos daremos la vida por Jesús. ¡Seremos fuertes...! (Sigue Amparo su descripción):

Se van; bendice a todos; se van llorando todos. Llegan ahí, a donde están esas mujeres de ahí... (Ahora habla la Virgen):

¡Ay! ¿Dónde estás, pobrecita? ¿Ya estás preparada? (Sigue describiendo): ¡Ay! Esta ahí acostada en esa..., eso es un tarimón de esos..., igual que lo que había allí, en mi pueblo. El tarimón ese... ¡Ay! Está acostada ahí. (Le dice a la Virgen):

Pero, ¡qué guapa estás! (Prosigue la descripción): ¡Ay! Llegan todos y se ponen ahí, a su alrededor. Inclinan la cabeza (Amparo, de rodillas, abaja la cabeza hasta el suelo. Sigue describiendo): ¡Ay!, la saludan. Ella se levanta. Pedro no quiere. (Habla Pedro):

No os mováis, Señora. (Prosigue Amparo): le dice. (Sigue Amparo):

¡Uy! ¿Qué va a hacer? ¡Pobrecita, si ya no puede...! No tiene fuerza. ¡Ay!, se pone de rodillas. Le dice a Pedro:

Pedro, quiero seguir dando testimonio de la Iglesia hasta mi último momento aquí, en la tierra. Os repito, como os decía mi Hijo: Seguid predicando y amaos unos a otros. (Exclama Amparo): ¡Ay, pobrecitos todos...! (Prosigue la Virgen):

Quiero que uno por uno me deis vuestra bendición. (Profundo «¡Ay!» de Amparo y sigue hablando la Santísima Virgen): He hecho en todo la voluntad de Dios para dar testimonio de la Iglesia. He orado, he reparado los pecados de los hombres. Pero, si algo hice mal, o, algo malo hice con vosotros, os pido perdón; dadme vuestra bendición. Tú, Pedro, tienes que ser fuerte. Sufrirás mucho. Tú Pablo, también. Juan también; Andrés y Santiago y todos vosotros. Yo he sido una buena Madre para todos; pero perdonad si alguna falta he cometido contra vosotros. (Prosigue Amparo emocionada pintando la escena):

Le da Pedro la bendición, ¡Ay, pobrecito! ¡Ay, los otros también...! Uno por uno, todos, todos... ¡Ay, ay, pobrecita! Pero Ella no necesita tantas cosas... (sigue hablando la Virgen): -Os pido que se cumpla, Pedro, mi última voluntad, la que pedí a mi Hijo: Que mi cuerpo no sea tocado por nadie. Sé que has mandado a Juan para que las doncellas entren y perfumen todo mi cuerpo; pero mi última voluntad es que mi cuerpo no sea tocado por nadie. Toda mi vida, nadie ha visto mi cuerpo. Sólo mi rostro, para ser conocida, he dejado al descubierto. También te pido, Pedro: Tengo dos túnicas de gran valor regaladas por mi prima Isabel. Ruego las repartas a estas doncellas que tan bien y tan humildemente han vivido conmigo durante toda su vida. También os digo: PERSEVERAD EN LA CARIDAD Y PERSEVERAD EN LA HUMILDAD. (Describe Amparo):

Todos lloran. Agachan las cabezas y la saludan. ¡Ay, pobrecita! Se pone Ella sobre la tarima. Todos agachan el rostro al suelo. (También Amparo, imitando lo que ve.) Pedro dice:

Adiós, Reina y Señora de todo lo creado. Madre nuestra, ruega ante Dios celestial que nos dé fuerzas para poder amar hasta el fin de nuestra vida al divino Redentor, a Dios nuestro Creador y a Vos, Madre bendita. Que seamos fieles vasallos en la tierra hasta los siglos de los siglos. (Habla Amparo):

¡Oy! ¿Qué tiene en el pecho? La Virgen tiene en el pecho una gran luz, como un sagrario, ¡ay! eso es... ¡ay! ¿Qué es eso? (Habla María Santísima):

En la hora de mi muerte doy testimonio de la Eucaristía. En este sagrario he conservado a mi Hijo durante toda mi vida. He reparado las ofensas que han hecho los seres humanos y los sacrilegios que han cometido con este divino Cuerpo. (Amparo llora emocionada):

¡Oy, está ahí en el centro! ¡Ay, viene a por Ti! ¡Sale de ahí! (Amparo acentúa su emoción) ¡Ay, ay, ay que cosas.... ¡Ay, y sale de ahí! ¡Ay! (Habla la Virgen);

He llevado conmigo durante toda mi vida, este Tabernáculo sagrado. (Habla Amparo):

¡Ay, ay! ¡Huy, qué luz tiene! ¡Huy, qué guapa estás! ¡Ay, ay...! (Ve a Jesús.) ¿Estás Tú también? ¡Huy...! Viene a transportar a su Madre. ¿También...? ¿Quién viene también ahí? ¿Todos...? ¡Ay, esa es la madre de la Virgen! ¿También...? Y su padre, ¡huy! Todos los que nac... ¡Huy! Y los que se murieron antes. Están todos ahí juntos. ¡Huyyy! Todos van a acompañarla, ¡todos! Ya se ha dormido. ¡Oy, pobrecita! ¡Ay, ay, no la toquéis, porque no quiere...! (Amparo intenta desdoblar un pliegue del manto de la Virgen y nota que la ropa está rígida. Se ve claro el ademán de Amparo, la cual expresa su extrañeza): ¡Ay! Pero, ¿cómo tiene esto así? ¡Está pegado! ¡Huy...!, ¡ay! el traje está pegado a la tabla, ¡ay! Porque nadie podrá tocar su Cuerpo. ¡Huy...! ¡Ay, el Señor, pobrecito, va con Ella también! Pues, si has muerto antes, ¿cómo estás ...? Todos ahí. ¡ Huyyy, cuántos ángeles, cuántos, cuántos! ¡Uf, uf! ¿A dónde la vais a llevar ahora? ¡Ay, qué luz! Y ¡cómo cantan todos! Todos cantan. Le hacen una reverencia con la cabeza hasta el suelo. Ya se la van a llevar. ¡Huy, pobrecitos! ¡ Pobrecita! (Amparo llora) ¿Dónde la lleváis? ¡Mira qué día también, el Viernes Santo...! (Nombra el Viernes Santo como día de muerte) ¿También muere Ella? O ¿se duerme...? Y ¡qué calor! Hace el mismo calor que cuando te crucificaron (habla con Jesús. Esta palabra no está en la cinta. La ha dicho posteriormente Amparo). ¡Huy! Te estabas en la Cruz Tú. ¡Ay, Señor, qué grande eres! ¿Dónde la vais a llevar? (Habla el Señor. Sus cortesanos son los ángeles):

La llevaré con todos mis cortesanos, todos los profetas, todos los mártires, todos los santos, Adán y Eva..., al valle de Josafat. (Habla Amparo con asombro):

¡Huy..., ay! ¿Otra vez la...? Pues, si es igual que lo tuyo la piedra esa. ¿Van a meter ahí? (Le responde el Señor):

Por ser Madre de Dios, resucitará igual que Yo, al tercer día. Su alma será llevada al paraíso y su cuerpo permanecerá tres días en este mismo lugar. (Emocionada admiración de Amparo):

¡Huy..., bueno! Uno se queda ahí, otra se va, ¡es el alma...! ¡Huy..., cómo es...! ¡Ay..., qué luz...! ¿De dónde sale esa luz? ¿De ahí? ¡Ay! ¿Dónde la lleváis ya? Pues está ahí, está ahí. ¡Ay! Ese es el espirítu, y ese es... ¡Bueno, que lío! ¡Ay! ¿Dónde va a entrar? ¡Qué voz...! Se oye una voz. ¡Qué fuerte la llamada! (Es la voz del Padre Eterno que le dice invitándola).

Sube, hija mía, amada mía, entra en el trono que hay preparado para Ti. Nadie ha pisado en este lugar. Sólo tu planta virginal es la que pisará. (Sigue Amparo describiendo emocionada):

¡uf! ¡Hala, todos...! ¡Qué luces! Ahora la misma que ha subido baja, ¡huy..., se mete ahí dentro del sepulcro! ¡Ay, cómo se mueve ese otro cuerpo! ¡Huyyy, qué cosas..., que luz..., huy, qué luz! ¡Ay, se la llevan ya...! (Amparo emite inarticuladas expresiones de júbilo) ¡Ay, cómo sube con todos los ángeles! Se vuelve a oír la voz. (De nuevo invita al Padre Eterno):

Sube, María, hija mía. Ya has dejado ese destierro de dolor y te sentarás en el trono como Emperatriz de cielo y tierra (indica Amparo): Ahora se oye otra voz que es la del Verbo:

Madre mía, ¡sube, sube! que estamos esperando en el trono que tenemos preparado para Ti, gracias Madre, por haberme alimentado y criado con tu leche virginal. Serás casi igual a Mí. Todos los títulos serán concedidos por las tres divinas Personas: Por el Padre, por el Hijo, que soy el Verbo, y el Espíritu Santo, que le dice:

Ven, Esposa mía, amada mía, paloma mía, ven, que serás coronada y tendrá gran poder sobre el mundo y para salvar a la humanidad. Tu planta virginal aplastará al enemigo, y serás Reina de cielo y tierra. (Prorrumpe Amparo emocionada):

¡Ay, ay...! ¿Le ponen una corona...? ¡Ay, qué guapa estás! (Prosigue el Espíritu Santo):

Pero nadie pisará este lugar; ni aún los serafines ni los querubines. Está preparado sólo para Ti. (Admiración gozosa de Amparo):

¡Ay, ay, qué grande es eso! ¡Ayyy...! Vuelven a reverenciar los ángeles todos. ¡Ay, ay! (También Amparo hace reverencia hasta el suelo. Tras larga pausa habla un ángel):

Reina y Señora, aquí estamos postrados a tus plantas virginales. Somos vasallos tuyos; ordénanos, que haremos cuanto nos ordenes. (Gozo de Amparo): ¡Ayyy, ayyy...!

(Habla la Santísima Virgen a los moradores de la tierra):

Hijos míos, ¡que grandeza cuando me presenté ante estas tres divinas Personas! Sufrí mucho en la tierra, hijos míos, pero tened esperanzas, porque están las moradas preparadas. Ya se lo dijo mi Hijo a los Apóstoles: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas.» Y en cualquiera morada será una felicidad, hijos míos. Aprended a amar, aprended a sufrir, aprended la humildad, la castidad... Veréis como un día estaréis cerca de Mí. Y tú, hija mía, sé humilde, muy humilde, para que un día no muy lejano, puedas participar con nosotros de tu morada que también está preparada, hija mía.

(Amparo vierte copiosas lágrimas llorando con ansiedad y diciendo):

¡Ay, ay! Pero, ¿cuándo? ¿Ay, cuándo? ¿Cuándo me vas a tener aquí? ¿Hasta cuándo? ¡Ay, yo no quiero ya estar aquí, llévame!, ¡ay, llévame ahí aunque sea en el otro sitio más allá!, ¡ay, llévame, llévame yo no quiero estar aquí, yo no quiero...! ¡Ay, ay...!

(Habla la Santísima Virgen):

Todavía te queda un poco de purificación, hija mía, no te abandones en la oración. Reza por los que no rezan, hija mía, y haz penitencia por los que no la hacen. AMA MUCHO A NUESTROS CORAZONES Y REFUGIATE EN ELLOS, hija mía.

Levantad todos los objetos: todos serán bendecidos con unas gracias especiales.

(Amparo exclama contenta):

¡Ay, ay...!

(La Virgen bendice y se despide):

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adiós, hijos míos, ¡Adióoos...!





MENSAJE DEL DÍA 6 DE SEPTIEMBRE DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



En la madrugada del día 6 de septiembre del 1986, la Santísima Virgen, como en otras ocasiones, ha invitado a luz Amparo, quien, acompañada de personas allegadas, ha bajado a Prado Nuevo, en El Escorial. Han rezado el Santo Rosario y Amparo, en éxtasis, ha recibido y transmitido el siguiente mensaje:

LA VIRGEN:

"Hija mía, gracias por acudir a mi cita, hija mía. Me gusta que acudas a este lugar. Mi Corazón sigue triste, hija mía, porque los hombres siguen obstinados en cerrar sus oídos a mis llamadas de oración y de sacrificio. No se dan cuenta, hija mía, que están viviendo los últimos tiempos y que viven una falsa paz, y dentro de poco se acabará esta falsa paz. Sigo dando avisos, hija mía, y sus corazones siguen endurecidos.

Los gobernantes, hija mía, quitan todos los principios religiosos, para que dentro de los corazones se meta el vicio y el pecado. No hay lugar dentro de los corazones para mi amado Hijo Jesús, hijos míos. Los tenéis ocupados en el mundo, en los placeres, en el dinero. Sigo, sigo dando avisos como una madre que ama mucho a sus hijos, y los avisa del peligro que les acecha; pero ellos siguen cerrando sus oídos sin escuchar mis llamadas.

Quiero, hija mía, que se haga una llamada de urgencia a aquellas almas que están escondidas, en el olvido, en la oración, en el sacrificio, en el desprecio, en la castidad, en el olvido de ellos mismos. Ya va siendo hora, hijos míos, que salgáis de vuestros escondites para llevar la luz a la tierra. Almas que viven la luz del Evangelio, quiero que salgáis porque sois los apóstoles de los últimos tiempos.

TODO EL QUE QUIERA SEGUIR A CRISTO, TIENE QUE VIVIR EL EVANGELIO. Pero, ¡cuidado, hijos míos, mucho cuidado! Hay millares y millares de profetas falsos que se llaman apóstoles de los últimos tiempos, y viven en la abundancia, en el placer. Muchos de ellos están acudiendo a este lugar y arrastran grandes masas de almas; y estas pobres almas se dejan arrastrar por el orgullo y la soberbia. Hijos míos, os sigo avisando: NO ABRAIS VUESTROS OIDOS A TODOS ESOS PROFETAS FALSOS, porque todos están sellados con el número del enemigo y quieren arrastraros a vosotros para caer en sus redes. Abrid vuestros oídos a mi llamada, hijos míos. La penitencia y la oración y el sacrificio, os hará humildes y veréis la luz, hijos mios.

No os dejéis engañar, porque es el tiempo del precursor del anticristo, que se reúne con grandes ejércitos de ángeles del mal y está sellando frentes y manos para el día final que está no muy lejano. Harán la guerra, hijos míos, pero ¡mucho cuidado!, estáis viviendo el fin de los tiempos, y Satán está suelto haciendo su guerra.

Almas imitadoras de Jesucristo, vuestra oración, vuestro dolor, vuestro sacrificio y vuestras lágrimas llegan al cielo, hijos míos, y ayudarán a todas estas almas que por ignorancia se dejan arrastrar.

Hijos míos, pido más oración y más sacrificio. (Habla en lengua extraña. Parece que dice): ADATABUI, GUALA IJULIBI SBER, SARABI. Mira si está proximo, hija mía. Muchas almas, cuando llegue este momento, gritarán a la muerte, y dentro de sus entrañas, recibirán (idioma extraño): JARARABA BI TOLA. Y cuando griten a la muerte, la muerte nos les querrá oír. Dios está muy enfadado con el ser humano. El ser humano (de nuevo el idioma extraño): ELABAGUA GUIDI BEIN.

AMPARO:

(solloza diciendo)

¡Ay! Perdónalos, perdónalos, ¡ay! dales más tiempo, ¡ay! dales más tiempo.

LA VIRGEN:

La cólera de Dios está próxima, hija mía. El hombre no respeta la vida humana. Ni aún la propia naturaleza del planeta es respetada. Sólo la idea del hombre es destruir, hija mía.

Parte del mundo quedará como en un desierto: hasta las fieras, cuando llegue este momento, saldrán de sus guaridas y darán terribles aullidos. Sólo una parte de la naturaleza no será tocada, porque Dios no permitirá que ni los árboles ni las plantas de ese lugar sean arrasados. Pero las demás partes del mundo quedarán desiertas por grandes catástrofes, grandes terremotos, hija mía, engullirán todo lo que los hombres han hecho; porque la perversidad de los hombres sigue en sus corazones y no escuchan la llamada de Dios, hijos míos.

Os pido a aquellos que todavía estáis a tiempo, sacrificio, hijos míos, sacrificio y oración. No dejéis de rezar el Santo Rosario todos los días. El Santo Rosario es un arma muy potente para salvar a la humanidad, hijos míos. No os abandonéis en los Sacramentos. Haced visitas al Santísimo; mi Hijo está triste y solo.

Cuando llegue el momento terrible, los malvados entrarán en los hogares y matarán a todos los seres inocentes. Será terrible, hija mía. Haz sacrificio y penitencia y ama mucho a nuestros Corazones, hija mía.

Besa el suelo por los pobres pecadores, hija mía. (Amparo se inclina y besa el suelo. Lo mismo hacen muchas otras personas.)

Y os repito: cuidado con los profetas falsos; acuden a este lugar para destruir a las almas.

Yo sigo derramando gracias sobre este lugar. Todo el que venga a aquí recibirá gracias especiales; y muchos, hija mía, sigo repitiendo, serán marcados con una cruz en la frente, que será la protección de Satán. Hay un precursor del anticristo que acude a este lugar para arrastrar a las almas. Muchas de ellas han sido selladas en la mano izquierda y en su frente con el número 666. Sabréis distinguir esta marca porque se verá en las frentes.

No os abandonéis, hijos míos, ni os dejéis arrastrar. Imitad a los verdaderos apóstoles y predicad el Evangelio.

Tú, hija mía, conocerás las marcas; pero, ¡cuidado! (De nuevo el idioma desconocido parece decir): KATABAGOTIN.

(Exclama Amparo):

AMPARO: ¡A...y! ¡Ay, ya lo siento! ¡Ah, ese rechazo, sí!

LA VIRGEN:

Te haré sentir dentro de tu alma ese rechazo hacia esa marca. Ayuda a los pobres pecadores y diles que mi Corazón Inmaculado los espera para refugiarlos en él. Que en el corazón de una madre caben todos sus hijos. Que mi Corazón es tan grande, que cabe el mundo entero dentro de él. Que vuelvan al buen camino, que su Madre los espera, y que este Corazón será el que triunfe sobre toda la humanidad.

Pedid mucho por mi amado Hijo, el Vicario de Cristo. Es muy perseguido, hija mía, por aquellos corazones endurecidos y perversos que no quieren llevar la doctrina de Cristo, como está escrito, sino quitar y poner a su gusto lo que ellos quieren. Por eso es perseguido, hija mía, porque nuestro Corazon le ama con todo (parece decir en el idioma extraño): /ufalá kebón taLá.

Amadlo mucho, hijos míos, y seguid su doctrina. Estad en constante unión con él.

Sacrificio pídoos, penitencia, hijos mios.

ACUDID A ESTE LUGAR, QUE RECIBIREIS MUCHAS GRACIAS, HIJOS MIOS.

Y tú, hija mía, sé muy humilde, muy humilde. Sin humildad no se consigue el cielo.

Levantad todos los objetos, hijos míos, todos serán bendecidos. Y te repito, hija mía: esta Bendición sirve en todos los momentos; como te dijo el Angel; para nosotros el pasado y el futuro no existe; existe el presente.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adiós, hijos míos. ¡Adióoos!





MENSAJE DEL DÍA 4 DE OCTUBRE DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



A tempranas horas. Luz Amparo es avisada por la Santísima Virgen, para que acuda a su cita en Prado Nuevo. Ella baja con personas de su confianza, y en el rezo de la Letanía del segundo Rosario que se ofrece por el Papa, hace su aparición el Señor y la Santísima Virgen, quedando Amparo en éxtasis; momento en el que transmite el siguiente mensaje:

EL SEÑOR:

"Venid, hijos de Adán, venid a Mí: dejad los placeres del mundo y sus vanidades. Quiero reuniros a todos; no quiero que os salgáis de mi rebaño, hijos míos, os quiero a todos en un mismo rebaño. Yo sufro, hijos míos, vuestra desunión, vuestra vanidad, vuestra soberbia, vuestra falta de caridad. Os quiero congregar a todos para enseñaros a llevar el estandarte de mi cruz. Pero para llevar este estandarte, hijos míos, tenéis que ser humildes, muy humildes, y no ocuparos de las cosas del mundo. Sólo ocuparos de las cosas divinas.

Necesito gran número de almas, y busco a gritos; DEJAOS ENCONTRAR, HIJOS MIOS, que necesito almas de buena voluntad, para llevar el estandarte de mi cruz. Venid a Mí, que Yo no os rechazaré como los mortales rechazan al ser humano. Yo os busco porque os amo, y quiero revestiros de gloria y desnudaros del mundo. (Pausa larga. Continúa hablando el Señor):

RETIRAOS DE AQUELLOS QUE OS ALABAN, HIJOS MIOS, Y BUSCAD A AQUELLOS QUE OS DESPRECIAN. Yo vendré a ensalzar a los humildes y a abatir a los poderosos; (pausa) a juzgarlos, no a redimirlos. Vendré a derribar a todos los soberbios, hijos míos; BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZON, PORQUE ELLOS VERAN A DIOS.

BIENAVENTURADOS AQUELLOS QUE SON CALUMNIADOS Y PERSEGUIDOS A CAUSA DE MI NOMBRE. (Pausa larga.)

Repite, hija mía; vendré a redimir a toda aquella alma de buena voluntad, pero, ¡ay, de aquéllos poderosos que su mente está sólo en las riquezas y en su sabiduría y que esta sabiduría la emplea para las cosas del mundo! Más le valiera no haber nacido, hijos míos; porque me manifiesto a los humildes, para confundir a los grandes y poderosos.

Y vosotros, almas consagradas, ¡despertad de ese sueño tan profundo! Satán os tiene engañados y no reconocéis la ofensa a vuestro Dios ni reconocéis vuestras culpas. Volved al buen camino, hijos míos, MI CORAZON SUFRE PORQUE OS AMA. (Pausa.)

Repetid diariamente las palabras de: CORDERO DE DIOS QUE QUITAS LOS PECADOS DEL MUNDO, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS. Porque Yo seré el que tendré misericordia de toda la humanidad que quiera seguir el Evangelio.

Amaos, hijos míos, y pensad que los humildes serán los que conquistarán el cielo. Mis ángeles, armarán una gran guerra contra los soberbios y contra los poderosos que no quieran oír mi voz.

Y vosotros, almas consagradas, os repito: VENID A MI QUE SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA. No os dejéis dominar por Satán; es un tiempo crítico para las almas. Satán quiere reinar y armará la guerra, pero mis ángeles congregarán a todos los escogidos y los sellarán, para que Satán no se apodere de ellos. Pero ALIMENTAOS DE LA ORACION Y DEL SACRIFICIO, PARA QUE SATAN NO HAGA ESTRAGOS EN LAS ALMAS. OS AMA TANTO MI CORAZON, HIJOS MIOS, QUE OS GRITA DESDE LO MAS PROFUNDO: VENID A MI QUE OS ESPERO, HIJOS MIOS. (Pausa.)

Y tú, hija mía, cuanto mayor dolor, mayor prueba, mayor sufrimiento... MAYOR PREMIO, hija mía; más cerca estarás de nosotros. (Pausa.)

SED HUMILDES Y RECHAZAD A AQUELLOS QUE OS ALABEN. LA VANIDAD ES UN PECADO PELIGROSO PARA EL ALMA, HIJOS MIOS.

Como te he dicho en otras ocasiones, hija mía, sólo Dios puede reinar en las almas.

No os creáis el centro, eso te lo he enseñado a ti: sólo el centro es Dios. (Pausa. Dice Amparo): ¡Ay! (Sigue el Señor):

Luz, te repito, ámame mucho, ¿me amas?, quiero oír de tus labios esas palabras, ¿me amas, Luz?

AMPARO:

¡Ay, te amo, Señor! ¡Te amo con todo mi corazón; con todas mis fuerzas! ¡Ay, cúanto te amo, Señor! ¡Ayy!

EL SEÑOR:

YA SABES QUE ME GUSTAN LOS CORAZONES SEDIENTOS DE AMOR.

AMPARO:

¡Ay, ay! ¡Ah! ¡Cúanto te amo, Señor!

EL SEÑOR:

Sigue amámdome, PORQUE QUIERO ALMAS QUE ME AMEN, PERO QUE SE ENTREGUEN ENTERAS A MI, QUE NO PERTENEZCAN AL MUNDO.

AMPARO:

¡Ay! ¡Ay, qué guapo eres! ¡Ay, qué belleza! Te amo, Señor, te amo, ¡mi corazón está inflamado de tu amor! Aunque soy débil a veces me dejo dominar por mis sentidos. Pero quiero ser tuya ¡tuya, Señor! ¡Ay, Señor, qué amor tan grande...! ¡Ay, ay!

LA VIRGEN:

Hijos míos: Amad mucho a mi Hijo. No desfiguréis su Rostro con vuestros pecados, mi Corazón sufre mucho, porque os ama. Mi Corazón Inmaculado, hijos míos, será el que triunfe en la humanidad. Habrá grandes purificaciones en la tierra: grandes catástrofes, hijos míos. No os abandonéis en la oración ni en el sacrificio; sed humildes, hijos míos; SIN HUMILDAD NO SE CONSIGUE EL CIELO.

(Clama

Amparo): ¡Ay!

(Sigue la Santísima Virgen):

Y tú, hija mía, sigue ofreciéndote víctima de reparación por los pecadores, hija mía. Besa el suelo en reparación de todos los pecadores del mundo. (Pausa mientras Amparo besa el suelo. Continúa la Virgen):

Y os sigo repitiendo: amad a la Iglesia, hijos míos, amad a mi Vicario; obedecedle en todo y pedid por él; sigue en un gran peligro.

Repito: EN ESTE LUGAR, MI CORAZON ESTA DERRAMANDO MUCHAS GRACIAS, HIJOS MIOS HABRA MUCHAS CURACIONES DE ALMA, Y TAMBIEN DE CUERPO, HIJOS MIOS. SEGUID ACUDIENDO Y REZAD EL SANTO ROSARIO CON MUCHA DEVOCION.

Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos con gracias especiales, hijos míos. (Pausa.)

Todos han sido bendecidos. Os repito, hijos míos: HUMILDAD, y no salgáis de mi rebaño, porque el rebaño de mi Hijo, es el mío; y en este rebaño seréis vestidos de gloria, hijos míos, si cumplís con nuestras palabras.

PREDICAD EL EVANGELIO POR TODOS LOS RINCONES DE LA TIERRA.

Hoy va a bendecir mi Hijo:

Os bendigo, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

¡Adiós, hijos míos! ¡Adióooos!





MENSAJE DEL DÍA 1 DE NOVIEMBRE DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)



En la madrugada del día 1 de noviembre de 1986, Solemnidad de Todos los Santos, la Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, cumpliendo su promesa, invita a Luz Amparo, quien baja a Prado Nuevo, acompañada de personas allegadas. Durante el rezo del Santo Rosario, entra en éxtasis, recibiendo la visita del Señor y de la Santísima Virgen, de quienes recibe el siguiente mensaje, acompañado del canto de las avecillas, claramente percibido en la cinta. A las 17,00 horas del mismo día, terminado el rezo del Santo Rosario, este mensaje es transmitido a la multitud de peregrinos asistentes.

LA VIRGEN:

"Hija mía, hoy vengo revestida de salvación para los hombres. Vengo a buscar a aquellas almas que se encuentran en las tinieblas y en la oscuridad para conducirlas por el camino de Cristo. Estáis viviendo, hijos míos, unos momentos graves sobre el globo terrestre. Grave para vuestra alma, hijos míos. Invocad mucho mi Nombre. Decid:

Oh María, concebida sin pecado; ruega a la Divina Majestad de Dios, que tenga misericordia de esta pobre humanidad.

Invocad a San Miguel, hijos míos. Satán está haciendo la guerra.

También os pido: entronizad en vuestras casas el Corazón de Jesús y de María, para que Satán no entre en vuestros hogares. Venid a vuestra Madre, que todo el que me busca, me encuentra, hijos míos. Rezad el Santo Rosario, orad por los sacerdotes, haced sacrificios por los pobres pecadores.

Mira, hija mía, hoy vengo vestida de luz. Y sobre mi pecho vas a ver el tesoro que tengo escondido. Dentro de mi pecho están en arca de oro, donde están escondidas las Tablas de la Ley, hijos míos. Dios las escondió en esta arca, para que no volviesen a ser destruidas, para el día del Juicio presentarlas ante cada nación, a ver si han cumplido con estas santas Leyes; y ¡ay de aquéllos que no hayan cumplido con las santas Leyes de Dios, hijos míos! Mira como son las Tablas, hija mía. (Pausa larga.) Aquí están los Mandamientos: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón; con todas tus fuerzas. Amarás al prójimo, como a ti mismo. No jurarás el Santo Nombre de Dios, en vano. Santificarás las fiestas. Honrarás a tu padre y a tu madre. No matarás. No cometerás pecados impuros. No levantarás falsos testimonios ni mentirás. No robarás lo de otra persona. (Pausa.) Y todo aquél que tenga deseos de lo que no le pertenece, tampoco cumplirá con estas Leyes. (Pausa.) Todo el que cumpla con estas Leyes, será salvo, porque la Justicia de Dios está próxima. Mira cuando se abre, el arca, el tesoro que lleva dentro. Y también verás la justa ira de Dios.

AMPARO:

¿Hay,ahí dentro? ¡Ay, que cosa más bonita! Pero hay ángeles, custodiando esto que hay ahí dentro. ¡Ay, está Jesús ahí en un trono! Hace una señal a un ángel. Un ángel coge, ¿qué es eso? una guadaña; se la entrega al Señor, y el Señor con la guadaña en alto le dice al ángel:

Vete y siega toda la hierba seca de la tierra. Y arrójala lejos, muy lejos, para que el fuego la consuma. (Sigue explicando Amparo): Manda a otro ángel otra señal, y le trae otra guadaña. La coge el Señor en la mano y le manda. (Habla el Señor): Vete por la otra parte y siega todos los racimos que no dan fruto y tráelos a este lugar, donde también serán arrojados y consumidos en ese fuego. (Amparo): Y al otro también le manda traer otra guadaña, y le manda por la otra parte de la tierra y le dice: (habla el Señor): Aparta la cizaña de la buena cosecha y tráela a este lugar donde será arrojada al fuego. (Amparo): Manda a tres más y les dice: (habla el Señor): Tocad la trompeta, para que todos aquellos que estén sellados con una cruz en la frente y con el número doce, sean puestos en este lugar al lado del arca. (Habla Amparo): ¡Ay! ¿Qué hay ahí? (Sigue el Señor): Estos participarán de este jardín. (Clama Amparo): ¡Ay! (Sigue el Señor): Y aquéllos serán malditos y arrojados al fuego para toda la eternidad. Tendrán sus mentes puestas en el mal y rechazarán el bien, porque la perversidad de su corazón no les permitirá amar. (Amparo se queja): ¡Ay! (Continúa hablando el Señor): Todos estos serán sellados con el número del enemigo no podrán entrar donde está el tesoro de la Alianza de Dios.

AMPARO: ¡Ay, Dios mío, sálvalos a todos Señor, sálvalos!

EL SEÑOR:

Por eso pongo a Mi Madre, de portadora del Evangelio.

AMPARO:

¡Ay! La Santísima Virgen trae un libro en su mano. ¡Ay! Son los Evangelios. ¡AY, Madre mía! ¿Qué hay que hacer para salvarse todos éstos?

LA VIRGEN:

Hija mía: Id por el camino del Evangelio. Llevad a todos los rincones del mundo el Evangelio de Cristo. Todo el que cumpla con los Santos Evangelios, será salvo, hija mía. Quiero almas, almas preparadas para estos últimos tiempos. Orad, hijos míos, orad. El tiempo está próximo.

AMPARO:

¡Ay, Madre mía, ay! ¿Yo te puedo preguntar algo? ¡Ay! Yo quiero que se salven muchas almas. ¡Ayúdales tú, Madre mía! ¡Ay! Muchos vienen a este lugar, Señor y Padre mío. Tú que estás ahí también ¡ayúdalos!

LA VIRGEN:

Hija mía, pide que tengan fe. No que vengan sólo a este lugar, sino que sus corazones estén inflamados del amor a Cristo. Sin fe no se salvarán. Pide la fe, hija mía. Y pide que respeten este lugar. Y respeto a la Eucaristía. Que vengan a Mí, hija mía, que soy la Madre del Salvador; y yo imploraré a mi Hijo que tenga compasión de todas las almas. Para Mí todos son hijos míos. No me importa el color de la carne, ni la clase de lenguas; porque todo está bajo el dominio de mi Hijo.

AMPARO:

¡Ay! Yo te voy a pedir que ames mucho a los Hijos que te quieren, Madre mía, porque te aman y vienen a este lugar. Si no, no pasarían frío ni calor. ¡Madre, ámalos mucho!

LA VIRGEN:

Diles, hija mía, que tengan más fe y que pidan el don de oración y el don de sabiduría, para poder transmitir el Evangelio por todas las partes. Todos, hijos míos, tenéis que hablar del Evangelio.

AMPARO:

¡Ay, qué grandezas hay ahí, Señor! ¡Ay qué corona llevas! ¡Ay! Como Rey, ahí en el trono.

LA VIRGEN: Ese trono es el de la Justicia.

AMPARO:

¡Ay! Pues cuando yo me presente ahí, yo quiero llevar todo limpio, para que tu Justicia sea santa. ¡Ay, Señor, cuánto te amo, Señor! Pero yo quisiera todavía amarte más y más. Y a Ti, Madre mía, tú que has sido siempre mi protección, te pido me guíes, para que pueda presentarme ante el trono de la Divina Justicia, limpia y reluciente, como todas esas almas que hay ahí. ¡Ay, Madre mía, ámanos mucho, porque nosotros te amamos. Tú eres mi Madre. Ya lo sé que eres Madre de todos. ¡Ay, Dios mío, te amo!

LA VIRGEN:

¡Mi pequeña Lucecita! Sigue amando; amando con todo tu corazón, a tu Jesús.

AMPARO:

¡Te amo, Señor, te amo! No permitas que te ofenda. Antes quiero morir que ofenderte, Señor. Yo voy a hacer este pacto Contigo: antes que cometa un solo pecado mortal, ¡quítame la vida, Señor! ¡Ay, qué feliz soy amándote, Señor! ¡Amalos a todos, que todos te aman, Señor!

EL SEÑOR:

Repito: cumplid con las Leyes y amad a Dios, vuestro Creador. El os espera a todos. Pero tenéis que doblar la rodilla ante El. La vanidad, el orgullo, la soberbia, la ira; es un pecado grave, hijos míos.

AMPARO:

¡Ay, Madre mía! ¡Danos humildad, Señor y Madre mía! ¡Ay, yo quiero ser muy fiel a Ti y amar mucho a las almas y sufrir por los sacerdotes, para que sean santos. Amo mucho al Santo Padre, porque sé que es un santo varón. Amo a la Iglesia y quiero sufrir para que los sacerdotes sean santos y amen mucho también a tu Vicario, Madre mía. Y te pido por los pecadores, para que no te ofendan.

LA VIRGEN:

Seguid rezando, hijos míos, el Santo Rosario diariamente, y acercaos a la Eucaristía. Y entregaos, como os he dicho otras veces, no a medias. Me gusta la entrega, pero total, de las almas.

AMPARO:

¡Ay, Madre mía! Hazme una cruz, Señor, en la frente. (Pausa.) Quiero que los selles a todos; porque todos quieren amarte, Señor. Son débiles, pero te aman. ¡Amalos mucho Tú! Yo te voy a pedir por un enfermo: ¡Ay, Señor! Pero haz lo que quieras con él. ¡Ay! Ya sé que ese alma te ama mucho y ha trabajado mucho por tu gloria, Señor. Pero sobre todo no le hagas sufrir, ¡pobrecito! Y te pido también por tantos como hay enfermos. (Pausa.) ¡Ay!

EL SEÑOR:

Me interesa la curación del alma más que la del cuerpo. Aunque habrá grandes prodigios en este lugar. Pero primero, las almas tienen que venir con mucha fe.

AMPARO:

¡Gracias, Señor, gracias! ¡Ay...! ¡Dame humildad, Dios mío!

LA VIRGEN:

Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados del mundo. (Pausa) Hijos míos, amad mucho a vuestra Madre, que vuestra Madre os ama ¡con todo su Corazón! Y pensad que mi Corazón triunfará; este Corazón Inmaculado, sobre toda la humanidad. Hoy vamos a dar una bendición muy especial, pero antes vas a ver cuántas almas, por medio de la oración dejan de sufrir las penas del Purgatorio, hija mía.

AMPARO:

¡Ay, cuántas! Son palomas todas. Miles y miles. Palomas llenas de luz. ¡Uyyyy, Dios mío!

LA VIRGEN:

Para que veas el valor y el poder de la oración, hijos míos.

AMPARO:

¡Ay! ¡Ay, cuántas, Dios mío! ¡Ay, cuántas, Señor! ¡Ay! Se ha tenido que quedar vacío. ¡Ay!

LA VIRGEN:

Todavía hay muchas almas, hija mía, que tienen que purgar sus faltas y sus pecados. Seguid rezando por ellas. Y seguid rezando por los pobres pecadores, para que no participen de las penas del infierno. Satán es muy astuto; no duerme. Estad alerta, hijos míos.

Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos. (Pausa).

Os bendigo, hijos míos como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

¡Adiós, hijos míos! ¡Adiós!





MENSAJE DEL DÍA 6 DE DICIEMBRE DE 1986

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

Como es habitual, Amparo acude a Prado Nuevo, a tempranas horas de la mañana, acompañada de unas pocas personas de su confianza, a la cita que tiene con la Santísima Virgen, todos los primeros sábados de mes.

Durante el rezo del cuarto misterio glorioso del Santo Rosario al finalizar éste, Luz Amparo, con una expresión de gozo indescriptible, mirando al cielo, cae de rodillas y queda en éxtasis, al hacer su presencia la Santísima Virgen, que por boca de Amparo transmite el siguiente mensaje:

LA VIRGEN:

"Hija mía, mira qué poco vale la oración mal hecha, mira cómo vengo vestida, como una mendiga. Cuando la oración no sale de lo más profundo de vuestro corazón, tiene menos valor, hija mía. Cuando la oración es bien hecha vas a ver cómo me visto, hija mía. Cada oración bien hecha es una flor que sale de vuestra boca, hijos míos, y llega al Paraíso y allí se forman hermosos jardines para la eternidad. Haced la oración bien hecha. Ahora más que nunca, hijos míos, es necesario orar, porque cada día aumenta la cizaña en el trigo y sólo con la oración, hijos míos, podéis ser árboles que deis buenos frutos. No sufráis por aquellos sarmientos secos. ¿Cómo comprendéis que el árbol malo dé buen fruto, hijos míos? El árbol malo seguirá dando malos frutos y el árbol bueno dará buen fruto, hijos mios.

EL SEÑOR:

Mirad, hijos míos: no os duela que os calumnien, que se rían de vosotros, que seáis perseguidos. TODO EL QUE AMA A CRISTO ES PERSEGUIDO Y CALUMNIADO. Yo fui calumniado, hijos míos, en aquel tiempo por defender la verdad. ¡Cristo fue calumniado, hijos míos! (Se producen ahora gestos de admiración en la vidente, que sin duda está viendo alguna excepcional visión. Y el Señor le dice):

Mira la divina Majestad. Yo fui calumniado, hijos míos, gravemente en aquellos tiempos por amar a los pobres, por curar a los ciegos, por hacer andar a los paralíticos, por defender la verdad. Fui calumniado gravemente y sigo en este tiempo; sigo calumniado gravemente con palabras que en mis labios casi no puedo pronunciar. En aquel tiempo me llamaban endemoniado, me llamaban el impostor, me llamaban farsante. Y en este tiempo, hija mía, ¿cómo me llaman los hombres? ¡Qué palabras más vergonzosas, hija mía! En aquel tiempo me dieron muerte, pero mi muerte no tiene importancia porque era como uno de tantos, un fracasado, hija mía, según los hombres. ¡Qué poco valor le dieron a mi dolor, hija mía!

Mi Iglesia llora, llora amargamente, porque mi Iglesia la han convertido... (aquí Amparo prorrumpe en suspiros de profunda pena)... casi en un negocio, hija mía. Se sirven de mi Iglesia, pero no sirven a mi Iglesia. Se ha introducido Satanás en esa amada Esposa mía.

Pedid mucho por mis almas consagradas. ¡YO GRITO A MIS ALMAS CONSAGRADAS QUE SE RETIREN DEL MUNDO, QUE NO PERTENECEN AL MUNDO QUE PERTENECEN A DIOS! Yo les he dado poder para hacer y deshacer. Pero lo mismo que pueden salvar muchas almas, pueden destruir muchas almas. ¡ALMAS CONSAGRADAS MIAS, VOLVED AL CAMINO DEL EVANGELIO! Os habéis abandonado en la oración y en la penitencia y vuestra alma está anémica, hijos mios. (Amparo llora ante estas palabras. Prosigue el Señor):

Bebe unas gotas del Cáliz del dolor. (Se escuchan las notorias repugnancias que le produce la deglución del líquido dado a beber. Amparo tose y carraspea varias veces. Cuando se va reponiendo dice): ¡Ay, qué amargo! ¡Ay! ¡Ay, qué amargo! (sigue hablando el Señor:

Esta amargura siente mi Corazón por mis almas consagradas, ¡las ama tanto mi Corazón... y qué mal corresponden a mi amor! No le dan importancia al pecado. Quitan y ponen a su antojo. ¡Pobres almas! VOLVED A MI, QUE MI CORAZON OS ESPERA.

Y vosotros, pueblo mío, convertíos; no os vaya a pasar como cuando Noé: los hombres comían, bebían, fornicaban, hasta que Noé se metió en el Arca y perecieron todos. (El amargor del Cáliz del dolor le ha afectado tanto a Amparo, que aún lo acusa al cabo de bastante rato.)

(prosigue hablando el Señor:

Pueblo mío, pedid perdón a Dios, vuestro Creador. Y HAGO UNA LLAMADA A LA ORACION Y A LA PENITENCIA. Y vosotros, no os importe ser calumniados y perseguidos. LA MEJOR PRUEBA DE QUE SOIS MÍOS ES EL SILENCIO, HIJOS MÍOS. Amaos los unos a los otros.

(Pausa larga. Emoción de Amparo)

AMPARO:

¡Ay, ay, qué grande eres! ¡Ay, qué grande Dios mío! ¡Ay, ay, te amo Señor! ¡Ayúdame, Señor! ¡Ayúdame! ¡Ay, Madre mía, qué hermosura, qué grandes sois! ¡Ay, ay! ¿Qué quieres, Madre mía? (La Virgen le habla largamente en lenguaje celestial, como nunca lo había hecho de extenso. Al terminar, Amparo responde a la Virgen):

Yo se lo diré, Madre, ¡ay!... en secreto... (Vuelve la Virgen a hablarle en el mismo idioma. Al terminar, Amparo vuelve a exclamar):

¡Ay, qué grande! ¡Te amo, Señor, te amo! ¡Ay, ay! ¡Señor: haznos que todos te queramos! ¡Te amo! ¡Ay!

EL SEÑOR:

Pedid por mi Iglesia, hijos míos. Mi Iglesia sufre porque el rebaño de Cristo está dividido. Y dije: HABRA UNA SOLA IGLESIA, CON UN SOLO REBAÑO Y UN SOLO PASTOR.

LA VIRGEN:

Los hombres, hija mía, están ansiosos de ver y van de un lugar a otro con el deseo de ver. ¡Cuidado, hijos míos, que el enemigo es muy astuto y os puede hacer ver lo que no existe, hijos míos. No andéis de un lugar para otro! Amad mucho nuestro Corazón, que nosotros os amamos con nuestros Corazones.

Hoy voy a dar una bendición muy especial, hijos míos. Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados del mundo. (Hay una pausa larga, mientras Amparo besa el suelo. Lo mismo hacen muchísimas personas.)

Amaos unos a otros y sed humildes, hijos míos. SI NO HAY HUMILDAD, NO HAY CARIDAD.

Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos.

(La enorme muchedumbre levanta en sus manos infinidad de objetos.)

Todos los objetos han sido bendecidos, hijos mios.

Aunque martiricéis vuestro cuerpo, y aunque os creáis que estáis cumpliendo por poneros en los primeros puestos en las iglesias para que os vean, si no amáis, no tiene ningún valor aquello que hagáis, hijos míos. Haced honor a vuestro nombre. AMOR, UNION Y PAZ. A ver si meditáis estas palabras, hijos míos. Y haced mucha oración. Velad mucho por los sacerdotes. Mi Corazón los ama. ¡Pobres almas, cómo corresponden a ese amor!

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

Adióooos!




APARICIONES DE PRADO NUEVO DEL ESCORIAL